
AGOSTO 27
«Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; el que domina su espíritu que el conquistador de una ciudad.» Proverbios 16:32
¡Qué gran enemigo de la paz es nuestro propio espíritu! La ira lleva la marca de Satanás. El orgullo, la presunción, la hipocresía y el intenso egoísmo del corazón muchas veces permanecen ocultos. Este astuto enemigo, el YO, puede disfrazarse bajo múltiples formas, usar máscaras de falsa humildad y hasta aparentar santidad.
El YO es nuestro mayor adversario. Vive en nuestro interior, se entrelaza con nuestros pensamientos y contamina nuestras motivaciones. A veces se infla de orgullo, otras de lujuria o presunción, y en ocasiones actúa bajo la apariencia de humildad fingida.
Este YO carnal debe ser vencido; porque si al final vence, pereceremos con él en la condenación. Nunca debemos permitir que el ego lleve la corona de la victoria. El único camino es crucificarlo con Cristo: «Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí» (Gálatas 2:20). El yo debe ser despojado para revestirnos de Jesús, de modo que en la negación del ego surja una unión espiritual con Aquel que fue crucificado en el Calvario.
Cuando somos ofendidos, el yo carnal nos impulsa a responder con desprecio, con palabras hirientes o con ira. Pero el Espíritu Santo nos enseña algo distinto: «No te dejes vencer por el mal, sino vence el mal con el bien» (Romanos 12:21). La verdadera victoria no está en desquitarse, sino en reflejar el carácter de Cristo.
La única forma de vencer el ego es mirar constantemente a Jesús crucificado, recibir su imagen en el corazón, ser revestidos de su semejanza y caminar en el Espíritu. El apóstol Pablo lo recuerda: «Revestíos del Señor Jesucristo» (Romanos 13:14). Solo así podremos vivir en el fruto del Espíritu, cuyo sello es el dominio propio: «Los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos» (Gálatas 5:24). Y de su plenitud recibimos «gracia sobre gracia» (Juan 1:16). – J.C. Philpot
🙏 Oración: SEÑOR Jesús, enséñame a crucificar mi yo y a vivir en el dominio propio que viene de tu Espíritu. Líbrame del orgullo, la ira y la presunción, y revísteme de tu humildad y tu gracia para vencer el mal con el bien. Amén.
Amen 🙏