
AGOSTO 23
«Por tanto, hermanos, les ruego por las misericordias de Dios que presenten sus cuerpos como sacrificio vivo y santo, agradable a Dios, que es el culto racional de ustedes.» Romanos 12:1
La súplica del apóstol Pablo lo abarca todo: «Presenten sus cuerpos como sacrificio vivo». No se trata solo de pensamientos, palabras o un día de la semana, sino de toda nuestra vida entregada a Dios. Un sacrificio vivo significa una entrega continua y diaria, momento a momento. A diferencia de los sacrificios del Antiguo Testamento, que eran presentados una sola vez, estamos llamados a ofrecer nuestra vida entera sobre el altar: nuestros ojos, manos, lengua, pies, tiempo, energía y todo nuestro ser.
El joven rico fue ejemplo de consagración incompleta: consagró una parte, pero no estaba dispuesto a rendirlo todo. Jesús le dijo: «Una cosa te falta… y tendrás tesoro en el cielo». Pero él, afligido por estas palabras, se fue triste (Marcos 10:17-22). Ese mismo peligro nos acecha hoy: decimos entregarnos al Señor, pero reservamos ciertas áreas. Le ofrecemos nuestra casa, pero dejamos cerrada una habitación con llave para uso personal.
Las consecuencias de esta entrega parcial se reflejan en falta de poder espiritual, falta de seguridad y ausencia de verdadero gozo y paz. El gozo del Señor comienza cuando entregamos la última llave. Solo cuando Cristo es el único Gobernante de nuestra vida y posesiones, experimentamos plenitud y victoria.
Esta entrega sin reservas se describe como «santa y agradable a Dios». Nada agrada más a Dios que una vida rendida en obediencia diaria, una voluntad sacrificada y atada con cuerdas a Su altar. Esa es la actitud razonable que debemos asumir: si Dios es lo que creemos que es, entonces es digno de todo lo que somos y poseemos.
Este sacrificio total es nuestro «servicio racional», nuestra verdadera adoración. No es fanatismo ni extremismo: es la respuesta lógica y justa de quienes han sido rescatados por la sangre de Cristo. Negarle algo a Dios, quien entregó a Su Hijo por nuestros pecados, es lo verdaderamente irracional. Una vida completamente entregada al Señor es la única respuesta adecuada a la Cruz.
Oración: Señor, hoy me presento ante ti como un sacrificio vivo. Te entrego todo mi ser, cada área de mi vida, sin reservas. Quita de mí toda resistencia y enséñame a vivir en obediencia y rendición completa, para que mi adoración sea agradable a ti. Amén.
Amén y amén 🙏