Librados del pecado intencional: una oración necesaria para todo creyente  

AGOSTO 20

«¡Libra a tu siervo de pecar intencionalmente! No permitas que estos pecados me controlen!» (Salmo 19:13).

Tal fue la súplica del “hombre conforme al corazón de Dios”. Si David, con toda su experiencia y cercanía con el Señor, necesitaba orar así, ¡cuánto más nosotros, que somos débiles en la gracia, debemos hacerlo! Es como clamar: “Guárdame, Señor, o caeré por el precipicio del pecado”. Nuestra naturaleza, inclinada al mal, se parece a un caballo desbocado; sólo la gracia de Dios puede ponerle freno y evitar que se precipite hacia la maldad.

La oración del salmista apunta a la peor forma de pecado: aquel que se comete con intención y premeditación. Incluso los más piadosos necesitan ser apartados de transgresiones terribles. Pablo mismo advirtió a los creyentes: “Hagan morir lo terrenal que hay en ustedes: inmoralidad sexual, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría” (Colosenses 3:5). Esto nos muestra que nadie está exento de la necesidad de ser guardado. La pureza más blanca sólo puede mantenerse intacta si la gracia divina la preserva.

Por eso, el cristiano experimentado no debe confiar en sí mismo. El apóstol nos recuerda: “El que piensa estar firme, mire que no caiga” (1 Corintios 10:12). Nuestro clamor debe ser constante: “No nos dejes caer en tentación” (Mateo 6:13). Sin la ayuda del Señor, aún el corazón del más santo tiene suficiente hojarasca para encender un fuego de condenación.

Lot, justo en apariencia, terminó cayendo en vergüenza. Hazael, con falsa seguridad, dijo: “¿Acaso soy perro para hacer tal cosa?”; sin embargo, su corazón reveló lo contrario. Así también nosotros somos propensos a confiar en nuestras fuerzas y caer en soberbia. Como escribió Spurgeon: “Que la sabiduría divina nos cure de la locura de la confianza en nosotros mismos”.

Oración:
SEÑOR, guárdame de los pecados intencionales y no permitas que me domine la soberbia de creerme fuerte. Que tu gracia frene mis pasos, sostenga mi fe y me preserve en santidad hasta el día de Cristo Jesús. Amén.

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