DEVOCIONAL DE HOY

Aférrate a la instrucción, no la sueltes; Guárdala, porque ella es tu vida. Proverbios  4:13

Debemos aferrarnos firmemente a la instrucción, y la mejor instrucción es la que viene de Dios; la sabiduría más verdadera es la revelación de Dios en Cristo Jesús: de ella, por tanto, debemos aferrarnos firmemente. La mejor comprensión es la obediencia a la voluntad de Dios y un aprendizaje diligente de aquellas verdades salvadoras que Dios ha puesto delante de nosotros en Su Palabra: Por eso, se nos exhorta a aferrarnos a Cristo, la sabiduría encarnada en quien habitan todos los tesoros de la sabiduría y el conocimiento.

No debemos dejarlo ir, sino retenerlo porque Cristo es nuestra vida. La Palabra es nuestra luz o instrucción y al mismo tiempo nuestra vida, dice Juan 1:4: “En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”. Cuanto más permanecemos en el SEÑOR Jesús, y más firmemente nos aferramos a Él, mejor será para nosotros. Un cristiano firme no solo conoce la letra; su estudio en el poder del Espíritu de Dios lo ha llevado a la esencia de la Palabra, le ha familiarizado con la verdad divina, de modo que no sólo la lee, sino que tiene comunión con ella, vive de ella, la come, la bebe, la recibe en lo más profundo de su alma y la retiene allí como una semilla viva e incorruptible.

Guarda la verdad en lo más profundo de tu corazón y entonces nunca serás privado de ella. La verdad de Dios es el alimento del alma. Perderla es morir de hambre. Mantenerla firme es asegurar la vida eterna. Las palabras que Cristo nos habla son espíritu y son vida Jn 6:63.“Su carne es verdadera comida, su sangre es verdadera bebida”, Jn.6:55, porque cuando nos hemos alimentado de nuestro SEÑOR Jesús, Él sigue siendo en nosotros la esperanza de gloria. Aferrate a la verdad, oh creyente en Jesús, porque ella es tu tesoro.

 ¡Qué dulce compañero es el Evangelio! Aferrate a su instrucción, guárdalo en tu corazón, es tu vida, es tu salvación. Haz lo que hicieron los discípulos de Emaús cuando Jesús habló con ellos: lo obligaron, diciéndole: “Quédate con nosotros”. No lo dejes ir. Como la brújula para el marinero sin la cual no puede encontrar la salida del mar y salvar su vida, el Evangelio del Dios viviente es lo mismo para nosotros. Esta infalible Palabra de Dios debe ser guardada hasta la muerte. No debemos renunciar a esos principios eternos por los que hemos sido salvos. -CH Spurgeon

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