
“Porque todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo. Y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe .” 1 Juan 5:4.
Uno de los frutos del nuevo nacimiento es una fe que no solo permite a quien la posee vencer las costumbres sensuales y pecaminosas que rigen al mundo profano, sino también los engaños y errores que engañan fatalmente al mundo creyente. Lo único que puede “vencer al mundo” es una fe dada por Dios, pero ejercida por uno mismo.
La fe vence al mundo, al recibir en el corazón el testimonio infalible de Dios sobre el mundo. Él declara que “el mundo” es algo corrupto, evanescente y hostil, que pronto será destruido por Él. Su Santa Palabra enseña que “todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo” 1 Juan 2:16. Al aceptar por la fe a Cristo, la mente se ilumina espiritualmente; y quien lo posee ve el mundo como algo pasajero.
Dice el SEÑOR: “No se conformen a este mundo” Romanos 12:2; “No amen al mundo ni las cosas que están en el mundo” 1 Juan 2:15; y nos advierte que “cualquiera que quiera ser amigo del mundo se constituye enemigo de Dios” Santiago 4:4. Al obedecer los preceptos divinos, se rompe su dominio sobre el corazón. La fe vence al mundo, al ocupar el alma con objetos más gloriosos y satisfactorios. Cuanto más cautiva el corazón la esencia de las realidades espirituales, menos influencia tendrán sobre él las sombras del mundo.
La fe vence al mundo abriendo el corazón a Cristo. Así como al refugiarse en Él, el alma se liberó por primera vez del poder y la esclavitud de este mundo, así sucede a lo largo de la vida cristiana. Cuanto más cultivemos una verdadera comunión con Cristo, ¡menos atractivas nos resultan las baratijas de este mundo! La fuerza de la tentación reside enteramente en la inclinación de nuestros afectos: “Porque donde esté su tesoro, allí estará también su corazón” Mateo 6:21.
El mundo triunfa sobre los no regenerados cautivando sus afectos y sus voluntades. Pero el cristiano vence al mundo porque sus afectos están puestos en Cristo y su voluntad rendida a la de Él. Aquí, pues, determinamos nuestro progreso cristiano o crecimiento espiritual: Si las cosas de este mundo tienen menos poder sobre mí, entonces mi fe se fortalece. Si valoro menos las cosas más preciadas por los incrédulos, entonces debo estar creciendo y experimentando un conocimiento de Cristo que satisface el alma. Si me siento menos abatido cuando me quitan algunas de las riquezas y comodidades de este mundo, entonces eso es evidencia de que tienen menos influencia sobre mí. -Arthur Pink
🙏 Oración final
SEÑOR, fortalece nuestra fe para vivir una vida cristiana victoriosa, arraigada en Tu Palabra de Dios, con afectos puestos en Cristo y un crecimiento espiritual conforme a la sana doctrina. Que nuestra fe venza al mundo cada día. Amén.