
Mi alma espera al SEÑOR más que los centinelas a la mañana; Sí, más que los centinelas a la mañana. Salmo 130:6
Todo hijo de Dios tiene su noche de dolor y lágrimas. Esta fue la experiencia de David y la de muchos del pueblo del SEÑOR: “Cansado estoy de gemir; toda la noche inundo mi lecho; riego mi lecho con mis lágrimas”. Salmo 6:6. El mismo SEÑOR no estuvo exento de esta larga noche de llanto. “Fue varón de dolores, experimentado en quebranto”. Dios te ha herido. Estás en una noche de dolor, soledad y llanto. Ahora te estás pareciendo en cierta medida a tu SEÑOR sufriente. Jesús pasó por todo esto antes que tú; y ahora, como Él, eres “alguien que espera al SEÑOR más que los centinelas a la mañana”.
¡Oh, cuánto anhelas el primer rayo de luz, la mañana de alegría que seguramente seguirá a tu noche de llanto! ¡No velas en vano! Tal es la promesa divina en la que se te permite y se te invita a esperar. “El llanto puede durar una noche, pero el gozo viene a la mañana”. Los discípulos en medio de la tempestad, cuando la noche era más oscura, aparece Jesús, caminando sobre las olas y se oye Su voz: “No teman; soy yo”, en ese momento amaneció sobre ellos la “mañana de alegría”, y cayeron adoración a Sus pies.
Así, será contigo. Pasas noches enteras buscando un rayo de esperanza, un medio de liberación, una fuente de sustento, una gota de consuelo, una vía de escape de una prueba presente y aplastante. No estás velando en vano. El SEÑOR no te dejará desamparado. No será todo noche, todo tristeza, todo lágrimas. Espera en el Señor, y esperalo como quien espera el amanecer. El gozo seguirá a tu tristeza, la risa a tus lágrimas, y tu larga noche se disolverá en el esplendor de un día perfecto e infinito.
Tentado en todo como nosotros, pero sin pecado, debemos tocar al Salvador en todos los aspectos de su vida. Debe haber, hasta cierto punto, asimilación, coincidencia y conformidad del Cuerpo con la Cabeza. Así como en la noche más oscura las estrellas brillan con un resplandor más suave, así en los días más sombríos de adversidad, tentación y dolor, los hijos de Dios brillan aún más, en esas gracias de fe, paciencia y amor, que, tal vez, nunca se reflejan con tanta perfección, ni se ven con tanta ventaja como cuando su cielo se tiñe de sus tonos más oscuros.
Hijo del día, que caminas en la oscuridad, ansiosamente esperando la luz, ¡anímate! Amanecerá, hay una luz brillante en tu nube, y pronto la oscuridad habrá pasado, y caminarás cada vez más en la luz del rostro de Dios, el gozo de la persona de Cristo y el consuelo del Espíritu Santo.- Octavius Winslow
🙏 Oración final
SEÑOR, enséñanos a esperarte con fe perseverante en la noche del dolor, confiando en que tu gozo vendrá en la mañana, y sostennos con tu consuelo, tu luz y tu fidelidad hasta que amanezca tu perfecta voluntad. Amén.
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