
“Digan a los justos que les irá bien,” — Isaías 3:10
A Isaías se le ordena hablar a «los justos»; los que han creído en el Hijo de Dios, Jesus, y han sido salvos por gracia mediante la fe. Que temen a Dios. Se apartan del mal. Andan conforme al testimonio de Dios y viven según la Palabra de Dios, buscando cada día un caminar de justicia, obediencia y esperanza en Cristo. Y esperan y se preparan para una gloriosa inmortalidad. A éstos les irá bien incluso en tiempos de juicio. Pero tengamos en cuenta que Dios no promete que los justos serán inmunes al sufrimiento durante ese tiempo, sino que les irá bien. «Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida». Salmo 23:6
En todos los ejercicios espirituales por los que pasa el creyente, su verdadera posición en Cristo debe ser estar en paz. Puede que camines en tinieblas o en luz. Puede que estés lamentándote en el valle o regocijándote en el monte; a veces venciendo, a veces derrotado; a veces llorando, a veces en alegría; sin embargo, como pecador perdonado, justificado y salvo, sigues estando en paz.
Sí, así es para aquellos cuyos pecados son perdonados por Cristo, aceptados en el Amado, cuyo Dios es el SEÑOR, y sobre quienes su mirada de amor y deleite se posa continuamente. No digas que tu alma está enferma y no está bien, porque el Espíritu Santo te está dando convicción de pecado, de justicia y de juicio. Está descubriendo las fallas, que la apariencia, la autocomplacencia o el razonamiento engañoso habían ocultado.
Oh, no digas que el SEÑOR se ha olvidado de ti, porque no te habla y la oración no es respondida. Dice el SEÑOR: «Por un breve momento me escondí de ti; pero con grandes misericordias te recogeré» Isaías 54:7. Él es nuestra ayuda, verdadera, eficaz y constante; está presente a su lado y listo para ayudarnos, está más presente que un amigo o familiar, sí, más cerca que incluso la propia angustia. A toda esta reconfortante verdad se suma la consideración de que su ayuda llega en el momento preciso.
En el solitario y difícil camino que ahora recorres, ¡sigues las huellas del rebaño y, aún más nítidas, las del Pastor de pastores! No te desanimes, pues, El SEÑOR te guiará a través de esta noche de llanto hacia una mañana de gozo. Y tu conocimiento será más profundo, tu fe más fuerte, tu gozo más pleno, tu esperanza más brillante, tu canto más dulce y más fuerte, a pesar de todos los dolores y pruebas por los que ha pasado tu alma, y con mayor énfasis exclamarás: «¡Todo está bien!».
-Octavius Winslow
Oración
Señor, gracias porque tus promesas son verdaderas y tu fidelidad permanece para siempre. Afirma mi corazón en momentos de prueba, recuérdame que en Cristo todo irá bien y que Tu presencia me acompaña cada día. Aumenta mi fe, fortalece mi esperanza y llena mi vida de Tu paz. Amén.