
La suma de Tu Palabra es verdad, y cada una de tus justas ordenanzas es eterna. Salmo 119:160
La Biblia es el libro de Dios, escrito bajo la inspiración del Espíritu Santo y, por lo tanto, libre de error; «Los hombres de Dios escribieron siendo inspirados por el Espíritu Santo». 2 Pedro 1:21. Contiene la ley de Dios, la historia de la iglesia y el evangelio de Cristo. (Palabras clave: inspiración divina, revelación bíblica)
Revela a Dios, abre los cielos y guía al hombre. Da a conocer los pensamientos de Dios, la perdición del mundo y la bienaventuranza de la iglesia. Despliega la eternidad en el tiempo, trae el cielo a la tierra y da a conocer realidades invisibles. (Palabras clave: guía espiritual, sabiduría celestial)
Fue escrita para los pecadores, está perfectamente adaptada a la situación y condición de ellos. Ha sido preservada por una providencia especial y es el tesoro del hombre piadoso. Los incrédulos la desprecian, los ángeles la estudian con asombro y los santos se deleitan en ella. Es una muestra del amor de Dios, y una prueba de su preocupación por nuestro bienestar. (Palabras clave: tesoro espiritual, amor de Dios)
La Biblia es un don gratuito, obtenido para nosotros por nuestro adorable Redentor y otorgado por el Espíritu Santo, es la voluntad de Dios. Rechazada por el diablo, blasfemada por muchos, desconocida para miles, pero muy apreciada por los verdaderos creyentes. Job dijo: «He estimado las palabras de su boca más que mi alimento necesario». Jeremías exclama: «¡Cuando encontré tus palabras, las comí; fueron para mí el gozo y la alegría de mi corazón!». David pudo decir: «Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado; Y Jesús dice: «Las Escrituras dan testimonio de mí». (Palabras clave: gozo espiritual, Palabra viva, testimonio de Cristo)
¡Oh, que amemos más las Escrituras, para que las conozcamos, las disfrutemos, vivamos conforme a ellas, ejerzamos fe en ellas y las hagamos nuestro deleite! Que podamos leerlas a diario, orar con ellas siempre, meditar en ellas con frecuencia y manifestar su santidad en la vida y en la muerte. Que nuestra mente las guarde, que nuestros corazones sean santificados por ellas. ¡Oh, que estas páginas celestiales sean siempre mi dulce deleite! ¡Y que siempre vea nuevas bellezas en ellas y una luz cada vez mayor!
– James Smith
Oración final
Señor, abre nuestros ojos para contemplar las maravillas de Tu Palabra y enciende en nosotros un amor creciente por la verdad eterna que transforma vidas.