
“Para Él, las naciones son como una gota de agua que cae del cubo; las considera como granos de polvo en las balanzas,” Isaías 40:15
Este mensaje está dirigido a una nación que ha abandonado a Dios y está pagando las consecuencias de su rebelión. Babilonia es increíblemente poderosa, nadie la puede detener. El remanente de Dios, unos pocos consagrados a Él, se sienten demasiado debilitados, atrapados en las garras de Babilonia, no ven la manera de ser librados. Y las palabras de Isaías llenas de esperanza, son la respuesta de Dios a su situación apremiante.
Dado que somos excesivamente propensos y tontamente ingeniosos al idear razones de desconfianza, imaginamos que todo lo que Satanás hace para obstaculizar nuestra liberación y salvación bloquea el camino de Dios. Pensamos que nuestros derechos son ignorados por Dios. Entonces, como David, preguntamos: ¿hasta cuándo me olvidarás, hasta cuándo me sentiré triste y hasta cuándo mi enemigo triunfará sobre mí? Salmo 13:1-2.
Con el fin de corregirnos, el SEÑOR nos recuerda Su grandeza, y declara a través de Isaías, que Babilonia como la gota de agua en un balde, que no es nada comparada con las aguas del inmenso océano, y que todas las naciones del mundo son nada comparadas con nuestro Soberano y Todopoderoso Dios; son como el pequeño polvo que accidentalmente se adhiere a la balanza, pero no altera el peso.
El SEÑOR puede esparcir como polvo a todos los habitantes de la tierra. Él puede ordenar todas las estrellas y gobernar todos los astros que iluminan la noche. «Él hace todo lo que él quiere, en los cielos y en la tierra, en los mares y en los abismos profundos», Salmo 135:6. «Él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?» Dan.4:35. Por tanto, nada puede ser más contrario a la fe, que exaltar a los poderosos del mundo con el fin de disminuir el poder de Dios. Ten siempre presente que Dios está por encima de todo y de todos, y así debe ser absolutamente reconocido.
Oración final: Señor, abre nuestros ojos para ver tu grandeza, recordar tu soberanía y confiar en que nada en este mundo puede superar tu poder eterno.