Jesús, el Tesoro Precioso del Corazón Creyente

“¡Para nosotros los que creemos, Él es precioso!”
1 Pedro 2:7

Para el alma regeneradaJesucristo es el mayor deleite espiritual y el más grande tesoro del corazón. El mundo no ve belleza en Él, pero para el nacido de Dios, Jesús es completamente hermoso y digno de todo nuestro amor, adoración y honor. En Él encontramos perdón de pecadosredenciónvida eterna y una misericordia infinita. Su preciosidad no se mide en oro ni plata, sino en la profundidad de Su compasión, la inmensidad de Su gracia y la constancia de Su amor eterno.

Su preciosidad reside primero en Su Persona. En Él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y sin embargo, se hizo hombre para salvarnos. ¡Qué misterio divino! Aquel que sostiene todas las cosas con la palabra de Su poder se humilló hasta la cruz. ¿Quién puede comprender tanta condescendencia? ¿Quién como nuestro Mediador glorioso, el Hijo de Dios y del Hombre?

Cristo también es precioso en Sus oficios:

  • Como Profeta, revela la voluntad del Padre y nos enseña el camino de la salvación.
  • Como Sacerdote, se ofreció en sacrificio perfecto y intercede por nosotros ante el Trono de Gracia.
  • Como Rey, gobierna con justicia perfecta y protege a Su pueblo.

Cada oficio satisface nuestra necesidad más profunda y revela la gloria incomparable de Cristo.

Además, Él es precioso en Sus beneficios. Solo Jesús puede dar descanso al cansadopaz al afligidojusticia al culpable y vida al que está muerto. Su sangre preciosa nos limpia de todo pecado y nos da esperanza viva.
— Wilhelmus Brakel

Y recuerda, para tu consuelo: por más indigno y pecador que seas, eres precioso para Él. Fuiste comprado con Su Sangre preciosa, reclamado como Suyo, y serás contado entre Sus joyas eternas cuando venga por los Suyos. Que nunca perdamos de vista la preciosidad de Jesús, porque Él es la plenitud que lo llena todo en todo.

Oración final:
Señor Jesús, Tú eres mi tesoro más precioso. Gracias por tu amor inagotable, tu gracia inmerecida y tu sacrificio redentor. Haz que mi corazón te adore cada día más y nunca deje de reconocer tu infinita preciosidad. Amén.

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