
19 OCTUBRE
«Ya he entrado en mi jardín, hermana mía, esposa mía.»
📖 Cantar de los Cantares 5:1
El corazón del creyente es el jardín de Cristo. Él lo compró con su preciosa sangre, y entra en él y lo reclama como suyo. Si tu corazón es suyo, ¡oh, guárdalo para tu Amado! No es el jardín del esposo, ni de la esposa, ni del hijo; los ídolos más queridos que hemos conocido no deben erigirse allí; es el jardín del Rey.
Un jardín implica separación. No es un espacio público, no es un desierto; está amurallado o cercado. Ojalá pudiéramos ver el muro de separación entre la iglesia y el mundo más amplio y fuerte. Entristece oír a los cristianos decir: «Bueno, no hay daño en esto; no hay daño en aquello», acercándose así al mundo. La gracia está en un punto bajo en esa alma, lo que incluso puede plantear la pregunta de hasta dónde está amoldada al mundo.
Un jardín es un lugar de belleza espiritual; supera con creces las tierras silvestres. El cristiano genuino debe procurar ser más excelente en su vida que el mejor moralista, porque el jardín de Cristo debe producir las mejores flores del mundo. Incluso lo mejor es pobre comparado con los merecimientos de Cristo; no lo despreciemos con plantas marchitas. Los lirios y rosas más raros, ricos y selectos deben florecer en el corazón, el lugar que Jesús llama su jardín.
El jardín es un lugar de crecimiento espiritual. Los creyentes no deben permanecer como meros capullos. Sería una pérdida total para el florista si los brotes se quedan como brotes y si los capullos nunca se convirtieran en flores. Debemos crecer en la gracia y en el conocimiento de nuestro SEÑOR y Salvador Jesucristo. 📖 2 Pedro 3:18
El crecimiento debe ser rápido donde Jesús es el Jardinero y el Espíritu Santo el rocío de lo alto.
Un jardín es un lugar de retiro y comunión con Cristo. Por eso, el SEÑOR Jesucristo quiere que reservemos nuestras almas como un lugar donde Él pueda manifestarse. A menudo nos preocupamos y nos afligimos, como Marta, con tantos quehaceres, de modo que no tenemos el espacio para Cristo que tuvo María, ni nos sentamos a sus pies para escuchar su voz como deberíamos. Que el SEÑOR nos conceda la gracia de mantener nuestros corazones como jardines cerrados para que Cristo camine en ellos.
Oración final: Que nuestro corazón sea un jardín fértil donde florezca la fe, la santidad y el amor de Cristo, regado cada día por la gracia del Espíritu Santo. 🌿💖