La vida eterna es conocer a Cristo

SEPTIEMBRE 28

«Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado». Juan 17:3

¡Jesús define aquí lo que es la vida eterna! Es conocer al Padre, y la única manera de conocerlo es conociendo a Su Hijo. Cuando algunos preguntaron a Jesús: ¿Dónde está Tu Padre? Él respondió: «Ustedes no me conocen a Mí ni a Mi Padre. Si Me conocieran, conocerían también a Mi Padre.» Juan 8:19. Y, «el que me ve a mí, ve al que me envió» Juan 12:45. Cuando vemos a Cristo por revelación del Espíritu Santo, vemos todo lo que deseamos ver de Dios: El Invisible se ha hecho visible en Cristo: «Él es la imagen del Dios invisible» Col. 1:15. «Toda la plenitud de Dios se encuentra visiblemente en Cristo», Col. 2:9.

Pablo camino a Damasco, por medio de la revelación del Espíritu Santo, recibió el precioso conocimiento de Cristo, Su salvación y la vida eterna, tuvo el inefable privilegio de ver la gloria del SEÑOR Resucitado, Hechos 9:3, desde ese momento sus ojos fueron abiertos a este tan bendecido camino de la Cruz, el de negarse a sí mismo que lleva directamente al trono del Padre y del Hijo. Todo aquello en lo que había puesto su amor y confianza en este mundo; riquezas, reputación, personas, lo consideró nada: «Así es, todo lo demás no vale nada cuando se le compara con el infinito valor de conocer a Cristo Jesús, mi SEÑOR. Por amor a Él, he desechado todo lo demás y lo considero basura a fin de ganar a Cristo» Fil. 3:8.

Toda la gloria del hombre es nada comparada con el glorioso tesoro que se encuentra en conocer a Cristo: «Así, pues, cualquiera de ustedes que no renuncia a Todo lo que posee, no puede ser mi discípulo». Lucas 14:33. «Entregar nuestro orgullo pecaminoso, nuestra autosuficiencia y apegos terrenales al SEÑOR, puede parecer como si lo perdiéramos todo. Pero sólo entonces descubriremos que tener vida en Cristo es tenerlo todo.» – David C. McCasland

James Smith, dice: «Todos los verdaderos cristianos conocen a Cristo, no con un mero conocimiento teórico, que se puede obtener de los libros, sino con el conocimiento que el Espíritu Santo obra en el corazón. Conocemos a Cristo en la gloria de su persona, en la perfección de su obra en la cruz y en las riquezas de su maravillosa gracia. Conocemos a Cristo de tal manera que se destaca ante nosotros como «el principal entre diez mil», Cant. 5:10, como «el Absolutamente Codiciable». Cant. 5:16. Y cuanto más lo conocemos, más deseamos tener una relación íntima con Él.

No solo conocemos a Cristo, sino que lo necesitamos. No solo necesitamos a Cristo, sino que necesitamos todo lo que hay en Cristo, o lo que Cristo tiene. Necesitamos Su sangre para purificarnos, Su justicia para vestirnos y Su Espíritu para santificarnos. ¡Necesitamos a Cristo siempre! Acudimos a Él, en cada prueba, en cada dificultad, en cada conflicto, para desahogar nuestras mentes y «hallar descanso para nuestras almas», Mat. 11:29. Acudimos a ÉL en busca de sabiduría, fortaleza y santidad. La vida cristiana consiste en acudir a Jesús a diario y a cada hora.

Oración final: SEÑOR Jesús, quiero conocerte más cada día. Abre mis ojos para ver tu gloria, enséñame a depender de Ti y a descansar en tu gracia. Amén.

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