
SEPTIEMBRE 12
«Si mi corazón se hubiera fijado en la maldad, el SEÑOR no me habría escuchado». Salmo 66:18
La sinceridad es una gracia que forma parte de todas las demás que Dios nos da, y de todas las actividades del cristiano, influyendo en ellas, pues de lo contrario Dios no las consideraría, incluyendo la oración, como particularmente dice David: «Si mi corazón se hubiera fijado en la maldad, el SEÑOR no me habría escuchado».
La falta de sinceridad hizo que el SEÑOR rechazara las oraciones: «Y no clamaron a mí con su corazón» Oseas 7:14, es decir sin sinceridad. Oran para exhibirse hipócritamente, para ser vistos y aplaudidos por los hombres. La oración que contiene sinceridad como uno de sus ingredientes principales, es la oración que Dios escucha. Así vemos que «La oración de los rectos es Su gozo» Proverbios 15: 8.
La sinceridad induce al alma a abrir el corazón ante Dios con toda sencillez a presentarle el caso sin equívocos; a reconocer la culpa y errores sin disimulos; a clamar a Dios desde lo más profundo del corazón, sin palabras huecas y artificiosas. Cuando ustedes me busquen, me hallarán, si me buscan de todo corazón. Jeremías 29:13.
La sinceridad no sabe llevar dos máscaras, es la misma tanto en público como en privado. Ella se ofrece al ojo escrutador de Dios, y ansía estar con Él en el deber de la oración. No tiene aprecio por el esfuerzo de los labios, pues sabe que lo que Dios mira es el corazón, de donde brota y ve si la oración está acompañada de sinceridad.
Muchos no saben lo que es derramar su corazón y su alma ante Dios de manera sincera, consciente y afectuosa. Porque la verdadera oración no ve nada sustancial ni que valga la pena excepto Dios. En la oración sincera el alma del creyente prescinde de todo antes que privarse del bien deseado, o sea, la comunión y consuelo con Cristo. Por eso los santos han gastado sus fuerzas antes que privarse de la bendición, Jacob prefirió que su cadera se desencaje antes que dejar ir al ángel del SEÑOR sin que le diera la bendición: «No te dejaré, si no me bendices». Génesis 32: 24-26
¡Oh, qué calor, qué fortaleza, vida, vigor y afecto los de la verdadera oración! «Anhela mi alma y aun ardientemente desea mi alma los atrios del SEÑOR» Salmo 84:2. ¡Oh, qué afecto sincero se descubre en esta oración! Derrama tu corazón en oración veraz a través de Cristo, que es el camino por el cual el alma tiene acceso a Dios, y sin el cual es imposible que ni un solo deseo llegue a sus oídos: «Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré» Jn.14:13 – John Bunyan
🙏 Oración: SEÑOR, enséñame a orar con un corazón sincero, limpio y lleno de fe, para que mi comunión contigo sea verdadera y agradable delante de Ti. Amén.
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