El poder de la oración: llave del cielo y fuerza del creyente

AGOSTO 18

«Porque él (Pablo) está orando» (Hechos 9:11).

¡Oh privilegio incomparable! Poder presentar nuestras peticiones a Dios, depositar nuestras preocupaciones en Él, implorar el cumplimiento de sus promesas y entregar en sus manos nuestras penas y necesidades. La oración de fe ha obtenido más victorias que todos los conquistadores de la historia, desde que comenzó la guerra entre las naciones.

La oración es el refinamiento de toda la armadura espiritual y la maestra de todas las gracias. Es la llave del cielo: Elías oró y no llovió; oró de nuevo, y llovió. La oración es el terror del adversario, que tolera todo menos la oración. Es la embajadora del alma renovada, la trompeta de la fe, el apoyo de los débiles, el ejercicio de quienes esperan la gloria y la práctica diaria del cristiano. ¡Que se diga de cada uno de nosotros: «Porque él está orando»!

La oración eleva el alma al cielo y, como un tubo de oro, se sumerge en el río que fluye del trono de Dios y del Cordero, trayendo bendición al alma que clama. Job oró, y Dios lo libró. Jacob luchó en oración y obtuvo bendición. Elías y Salomón oraron, y el fuego cayó sobre el sacrificio. Pablo y Bernabé oraron, y las cadenas en prisión se rompieron. La iglesia oró por Pedro, y un ángel lo liberó. ¡Dios responde a los humildes suplicantes con maravillas!

El tiempo de la oración es la hora de audiencia con el Rey, cuando la corte celestial escucha y responde a sus santos. Así, los creyentes han luchado como Jacob, llorando y suplicando, y el Cielo les ha derramado su gozo con vino nuevo, tanto que apenas pueden contenerlo.

Pero la oración no es un estilo adornado, muchas palabras o apariencia de sabiduría humana. Es un deseo ferviente, una súplica sincera. Antes de orar, debemos examinarnos, confesar nuestros pecados con arrepentimiento verdadero y buscar orar con entendimiento. Y después, debemos esperar en Aquel que puede suplir todas nuestras necesidades, espirituales y temporales, conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús (Filipenses 4:19). — James Meikle.

Oración:
SEÑOR mío Jesucristo, enséñame a orar con un corazón sincero, confiando en tu poder y esperando en tu fidelidad. Que cada clamor eleve mi alma hacia Ti y me acerque más a tu gloria. Amen

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