
JULIO 31
«¡El SEÑOR ha oído la voz de mi llanto!» — Salmo 6:8
¿Hay voz en el llanto? ¿Habla el llanto? ¿En qué idioma expresa su significado? Pues, en esa lengua universal que se conoce y entiende en toda la tierra, e incluso en el Cielo. Cuando un hombre llora, sea cual sea su condición y clase social, tiene el mismo significado. El llanto es la elocuencia del dolor. Es una oración sin palabras, que no necesita intérprete, pero que todos entienden.
¡Qué dulce es saber que Dios entiende nuestras lágrimas, incluso cuando las palabras fallan! Aprendamos a pensar en las lágrimas como oraciones fluidas, y en el llanto como una constante intercesión insistente que sin duda llegará al corazón mismo de la misericordia divina. «Dios mío, lloraré cuando no pueda suplicar, porque tú escuchas la voz de mi llanto.»
📖 — Charles Simeon
“Algunos pueden decir: ‘Mi constitución es tal que no puedo llorar. El duelo mental es lo mejor; puede haber dolor donde no hay lágrimas. No es tanto el ojo con lágrimas lo que Dios respeta, sino el corazón quebrantado.’”
📖 — T. Watson
«El SEÑOR ha oído la voz de mi llanto». Hay firme confianza en la mente de que Dios escucha la oración; el alma tiene una nueva convicción de esa verdad, y en medio de los problemas y tristezas, una dulce calma y paz, una garantía de que todo estará bien, tal como sería si estuviéramos asegurados por revelación directa que se escucha. El Espíritu de Dios puede producir esto en nuestro caso tan realmente como lo hizo en el caso de David.
Me concederá lo que he buscado con tantas lágrimas. David supo por la gracia de Dios obrando en su corazón que su oración fue aceptada. Sus lágrimas tenían voz en los oídos del Dios de misericordia. Nuestras lágrimas no son mudas; son oraciones a Dios.
Puede que la respuesta no esté a la mano, pero está asegurada: «Y si sabemos que Él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho» (1 Juan 5:15). Jesús dijo: «Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados» (Mateo 5:4). «Por la noche durará el llanto, pero en la mañana vendrá la alegría» (Salmo 30:5). Después de la noche de llanto llega la mañana de la fe y la confianza revividas. No desmayes, sigue orando, y el SEÑOR se levantará sobre ti trayendo sanidad en Sus alas, y no habrá más noche para ti: «En mi angustia clamé al SEÑOR, y Él me respondió, liberándome» (Salmo 118:5).
🙏 Oración final:
SEÑOR amado, gracias porque entiendes mis lágrimas aun cuando mis palabras callan. Ayúdame a recordar que cada llanto llega a tu trono y que tu consuelo es seguro. Fortalece mi fe para esperar con confianza la mañana de tu respuesta y alegría. Amén.