
JULIO 30
«Yo soy de mi Amado.» — Cantares 7:10
Esta es una propiedad completa y duradera entre Cristo y los creyentes. El creyente más humilde y pobre, igualmente con el más fuerte y rico, es partícipe de Cristo y todo lo que es Suyo: Su vida, méritos, muerte, resurrección, gloria, poder, reino, trono (Romanos 8:17). Soy de mi Amado por derecho de creación: «Tus manos me hicieron y me moldearon». Tu bondad me ha dado la vida; me has creado a tu imagen, por tu gracia puedo conocerte y disfrutarte para siempre.
Soy de mi Amado, pues Su cuidado me ha preservado: «Por ti he sido sostenido desde que nací». De no ser por tu brazo protector, una y otra vez habría perdido la vida. Soy de mi Amado por compra. Jesús, para salvar nuestras almas de la muerte, dio su vida, su sangre preciosa. Él dice: «Ustedes ya no son sus dueños; han sido comprados por precio» (1 Corintios 6:20). Redimido por Su sangre de la maldición de la ley y de la esclavitud del pecado, ¡cómo no consagrar mi vida para honrar a Aquel que me ha liberado!
Soy de mi Amado, pues Su Espíritu mora en mí. Mi corazón ya no está reservado para ningún otro huésped que desee entrar; es el templo del Espíritu Santo. Por esta razón, te pertenezco a Ti, y no a mí mismo. Como nos dice Pablo: «¿No saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo que Dios les ha dado, y que el Espíritu Santo vive en ustedes? Ustedes no son sus propios dueños» (1 Corintios 6:19).
Puedo decir que soy de mi Amado porque he experimentado el poder vivificador y transformador de Su Espíritu Santo. Me he apartado del pecado y he puesto mi mirada en el cielo. No hago las cosas a mi manera ni elijo mi propio camino, pues reconozco que la base de todo pecado es imponer mi voluntad a la de Dios. Dependo totalmente del SEÑOR en todo. Pongo mi mirada en el SEÑOR como mi Guía, Protector y Proveedor. Si es así, entonces tengo el testimonio en mí de que Él me ha llamado a salir de este mundo malo y me ha apartado para ser suyo para siempre.
Soy de mi Amado, y todo lo que tengo también es suyo. Todo lo que poseo me es prestado, es un talento, un don para ser empleado por Dios. Vida, salud, hogar, oro y plata, tierras y casas, influencia sobre otros, facultades mentales; o lo que sea que tenga, debo darlo a interés, para que cuando venga el SEÑOR, reciba lo suyo con intereses.
📖 — George Everard
«Yo soy de mi Amado, para apoyarme en Él, para que lleve todas mis cargas, para librarme de todos mis pecados; suyo para responder a todos mis acusadores, suyo para conquistar a todos mis enemigos; suyo para estar bajo Su bendición, suyo para suplir todas mis necesidades, suyo para librarme de la condenación eterna, suyo que me prepare un lugar en el cielo: suyo en ausencia, suyo en presencia, suyo en la vida, suyo en la muerte, suyo en la boda del Cordero.»
📖 — Moody Stuart
🙏 Oración final:
Creo en las promesas que me hiciste en Cristo. Me apoyo sólo en la esperanza de tu gracia celestial, y en la fuerza de esta me entrego para ser tuyo para siempre. No dejarás a tus ovejas, a tus hijos desprotegidos; por lo tanto, mi esperanza jamás será defraudada. Defiéndeme, SEÑOR, con tu gracia para que pueda seguir siendo tuyo hasta que llegue a tu reino eterno: «Si vivimos, para el SEÑOR vivimos; y si morimos, para el SEÑOR morimos; por tanto, ya sea que vivamos o muramos, del SEÑOR somos» (Romanos 14:8).
📖 — George Everard