
JULIO 20
«Jesús entonces le dijo: ‘Si ustedes no ven señales y prodigios, no creerán'» (Juan 4:48)
El anhelo de maravillas era síntoma del estado enfermizo de la mente humana en los días de nuestro SEÑOR; rechazaban el alimento sólido y anhelaban lo milagroso. No quisieron tener el evangelio que tanto necesitaban. Jesús no siempre optó por conceder los milagros que ansiosamente exigían. Hoy en día, muchos necesitan ver señales y prodigios, o no creerán. «Dichosos los que no vieron, y sin embargo creen» (Juan 20:29). La mayor bendición recae en las mentes sencillas que creen en la Palabra de Dios, incluso cuando están rodeadas de dificultades y sin el apoyo de señales ni evidencias. Cuanto más infantil es la fe, más feliz es el corazón.
Puede ser que alguno diga: «Si tuviera un sueño, o si sintiera una repentina descarga de no sé qué, entonces creería». ¡Así, mortales indignos, sueñan con que mi SEÑOR debe ser dictado por ustedes! Son mendigos a su puerta, implorando misericordia, y deben establecer reglas y normas sobre cómo Él concederá esa misericordia. ¿Creen que Él se someterá a esto? Mi Maestro es de espíritu generoso, pero tiene un corazón regio y recto; rechaza toda imposición y mantiene su soberanía de acción.
La mujer cananea deseaba que su hija fuera sanada. ¿Qué señal tenía? Cristo le dijo: «No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perros» (Mateo 15:26). En lugar de una señal que la ayudara, fue una palabra dura para desanimarla, pero aún así, creyó en Él y recibió la respuesta deseada. La mujer que tocó el borde del manto de Cristo entre la multitud, ¿qué señal tuvo? Fue su propio deseo ferviente e intenso, y su fe en Jesús, lo que la impulsó a tocar el borde del cual brotó el poder del SEÑOR (Lucas 8:44). No esperes señales que no se les han dado a otros, sino haz lo que otros han hecho y obtendrás la misma bendición.
¡Por qué anhelas señales y prodigios! ¡El evangelio es su propia señal y prodigio! Este es el milagro de milagros: «De tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda» (Juan 3:16). Sin duda, esa preciosa palabra: «El que quiera, venga y tome del agua de la vida gratuitamente» (Apocalipsis 22:17), y esa solemne promesa: «Al que a mí viene, no le echo fuera» (Juan 6:37), son mejores que señales y prodigios. Se debe creer en un Salvador veraz. Él es la verdad misma. ¡Por qué pedirás pruebas de la veracidad de Aquel que no puede mentir! Los mismos demonios lo declararon Hijo de Dios; ¿y tú no confiarás en Él?
📖 — Charles Spurgeon
🙏 Oración final: Señor, aumenta mi fe para creer en tu Palabra sin necesidad de señales. Ayúdame a confiar con un corazón sencillo y a aferrarme a tus promesas eternas