
JULIO 16
«¿Está afligido alguno entre ustedes? Que ore.» — Santiago 5:13
¿Qué es lo primero que hacemos o decimos cuando surgen los problemas? Las reacciones ante las dificultades son diversas. Algunos pueden sufrir un colapso físico. Otros buscan la solución por su propia cuenta, otros se quejan y murmuran como los hijos de Israel en el desierto:
«Y habló el pueblo contra Dios y contra Moisés: ¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para que muramos en este desierto?» — Números 21:5.
Otros culpan amargamente a Dios, acusándolo de desamor e injusticia. Santiago aconseja que la primera reacción ante las dificultades debe ser orar.
Si el creyente piensa y habla mucho sobre sus aflicciones o situaciones difíciles y desconcertantes, se deprimirá cada vez más y perderá la paz. La forma cristiana de alivio es llevar toda carga a Dios en oración. No necesariamente para ser liberados de la aflicción, sino también para que Dios nos fortalezca y podamos resistir con fidelidad. Porque esa oración que es despertada por la gracia, no puede dejar de ser respondida con misericordia.
La oración eficaz y ferviente es obra del Gran Autor y Finalizador de la oración, el Espíritu Santo. Además, es correspondencia directa a la voluntad de Dios, nuestro Padre porque no sabemos lo que hemos de pedir como conviene, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.» Romanos 8:26, y en perfecta armonía con la intercesión del SEÑOR Jesucristo:
«Hasta ahora nada han pedido en mi nombre; pidan y recibirán, para que su alegría se vea cumplida.» — Juan 16:24
Las posibilidades de Dios son, en definitiva, el tope de lo que el hombre puede conseguir por medio de la oración.
«Recuerda que es a un Rey que te acercas, trae, pues, peticiones dignas de su alto trono; su gracia, su potencia puedes poner a prueba: nunca lo que tú pidas, se hallará más allá del poder de su mano.»
El que ora debe hacerlo con toda su alma, no a medias ni sin fervor, si quiere ser librado de la ansiedad que causa tensión y crisis internas, si quiere recibir el fruto pleno de esa paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento.
Recuerda: el mayor obstáculo y la más mortal de las tentaciones del diablo para la oración se halla en los cuidados de los asuntos temporales. Ora, porque todo lo que nos afecta, todo lo que necesitamos, todo lo que no llega a pesar de que lo esperamos, debemos ponerlo bajo el cuidado de la oración. Pues bendice todas las cosas, alivia y evita los problemas; la oración tiene en sí la posibilidad de influir en todo lo que nos afecta a nosotros.
¡Cuán endulzada es por la oración la amargura de la vida! ¡Cuán fortalecido es por ella el débil! La enfermedad huye ante la oración y se recobra la salud. Las dudas, penas, miedos, todo ello se retira ante la oración. La prudencia, el conocimiento, la santidad y el Cielo, todos esperan sumisos a las órdenes de la oración.
No hay nada fuera de su alcance. Tiene el poder de ganar todas las cosas en la provisión de nuestro SEÑOR Jesucristo.
— E.M. Bounds
🙏 Oración final:
Dios eterno, en medio de mi aflicción me acerco a ti. Enséñame a buscarte antes que a quejarme, a depender de ti antes que desesperarme. Hazme firme en la fe y perseverante en la oración. Que cada lágrima se transforme en clamor, y cada carga, en oportunidad para ver tu fidelidad. Confío en que cada oración dirigida a ti moverá tu mano con amor. Amén.
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