
JULIO 14
«Confíen en el SEÑOR para siempre, porque en el SEÑOR Jehová está la fortaleza eterna.» — Isaías 26:4
Viendo que tenemos un Dios así en quien confiar, apoyémonos en Él con todo nuestro peso; expulsemos resueltamente toda incredulidad y esforcémonos por deshacernos de las dudas y temores que tanto perjudican nuestra paz, ya que no hay excusa para el temor cuando Dios es el fundamento de nuestra confianza.
Un padre amoroso se sentiría profundamente afligido si su hijo no pudiera confiar en él; y qué poco generosos, qué crueles son nuestros actos cuando depositamos tan poca confianza en nuestro Padre celestial, quien nunca nos ha fallado y nunca lo hará. Desterremos la duda de nuestros corazones; pero es de temer que la antigua incredulidad sea tan ágil hoy como cuando el salmista preguntó: «¿Ha cesado para siempre Su misericordia? ¿Ha terminado para siempre Su promesa?» — Salmo 77:8
David no había probado por mucho tiempo la poderosa espada del gigante Goliat, y aun así dijo: «¡No hay otra igual!» — 1 Samuel 21:9. La había probado una vez en la hora de su victoria juvenil, y demostró ser del metal adecuado, y por eso la elogió desde entonces. Así también debemos hablar bien de nuestro Dios: no hay nadie como Él en los cielos, ni en la tierra. «No hay santo como el SEÑOR; En verdad, no hay otro fuera de Ti, Ni hay roca como nuestro Dios». — 1 Samuel 2:2
Lejos de permitir que las dudas aniden en nuestros corazones, las tomaremos, como Elías hizo con los profetas de Baal, ¡y las mataremos en el torrente sagrado que brota del costado herido de nuestro Salvador! Hemos pasado por muchas pruebas, pero nunca nos hemos visto en una situación donde no pudiéramos encontrar en nuestro Dios todo lo que necesitábamos.
¡Anímate pues, a confiar en el SEÑOR para siempre, seguro de que su fuerza eterna será, como lo ha sido, nuestro apoyo y sostén!
— Charles Spurgeon
🙏 Oración final:
SEÑOR, tú eres mi Roca, mi refugio constante. Aumenta mi confianza en ti en cada circunstancia. Ayúdame a desterrar toda duda que quiera ocupar mi corazón y a recordar tus promesas eternas. Que mi alma repose segura, sabiendo que en ti encuentro una fortaleza inquebrantable. En ti confiaré hoy, mañana y por siempre. Amén.