
JUNIO 22
“Mientras oraba, la apariencia de su rostro cambió.”
– Lucas 9:29
La oración transforma, desde adentro hacia afuera
Jesús subió al monte y mientras oraba, su rostro cambió. Fue un momento de transfiguración. De la misma manera, la oración verdadera transforma nuestro semblante, nuestras emociones, nuestras decisiones… y nuestro corazón.
No se trata solo de palabras lanzadas al cielo, sino de una comunión real que moldea el alma. A medida que oramos, la presencia de Dios comienza a moldear nuestras reacciones, nuestra mirada, nuestro tono… hasta que otros notan algo distinto en nosotros. “Tu presencia da a tu templo una belleza sin igual.”– Salmo 93:5
Cuando la oración cambia el día (y el rostro)
Quizás hoy fue un día difícil:
- Problemas en el trabajo
- Ansiedad acumulada
- Palabras duras que te hirieron
- Estrés que pesa sobre los hombros
Pero te apartas por unos minutos. Tomas tu Biblia. Lees una promesa. Cierras los ojos y oras.
Y entonces, vuelve la calma.
Sientes que tu alma respira.
El corazón cansado se fortalece.
Tu mirada cambia, tu semblante se suaviza… tu rostro refleja paz.Eso es lo que hace la oración.
¿Qué cambia la oración?
✔ La perplejidad se transforma en paz
✔ El miedo se convierte en fe
✔ La tristeza se viste de gozo
✔ El desánimo se convierte en determinación
✔ La desesperanza cede el paso a la esperanza
✔ El cansancio del alma se renueva en vida y alegría“Si deseas contemplar la gloria del Redentor transfigurado, debes subir con Él al monte de la oración.”
¿Te sientes débil para orar? Ora más
No pienses que debes “estar bien” para orar. Es cuando estás débil, cansado o confundido que más necesitas orar.
¿Estás agotado? ¿Ansioso? Entonces, di como un niño:
“Señor, necesito estar en tu presencia. Calma mi mente, fortalece mi corazón. Aquí estoy.”No necesitas muchas palabras. Sólo que salgan del corazón al corazón de tu SEÑOR.
Como un niño en el regazo de su Padre.
🕊 Oración del día:
Señor Jesús, llévame al monte de la oración.
Cambia mi semblante, mi ánimo, mis pensamientos.
Llena mi corazón de tu paz, mi alma de tu fuerza y mi rostro de tu luz.
Aun cuando esté cansado, llévame a tu presencia.
Allí está mi refugio. Allí está mi transformación.
Amén.
Mensaje inspirado en los textos de George Everard.