MAYO 9

«Tengan ánimo, soy Yo; no teman». Mateo 14:27

¿Sientes tormenta? Te inundan de tristeza las preocupaciones, las decepciones y las penas, como una densa nube. Te asaltan los problemas espirituales como un huracán, arrastrando tu alma atribulada de un lado a otro. ¡Azotan los vientos y las olas tu frágil barca, haciéndola parecer a punto de hundirse! ¡Oh, afligido, azotado por la tempestad y sin consuelo! escucha la voz de Jesús, que viene a ti en la tormenta, caminando sobre las aguas, y te dice: «Soy yo; ¡no temas!».

¡Oh, reconocer a Cristo más vívidamente en todos nuestros problemas!  Los arrepentimientos y las quejas nunca cesarán si nos fijamos sólo  en las causas secundarias. «Si no hubiera hecho esto, si hubiera sido más prudente en aquello, si tal persona no hubiera sido tan infiel y cruel»… ¡Oh, qué interminables pueden llegar a ser esos razonamientos falsos! ¡Cuánto descontento causarán! ¡Qué difícil será resignarse cuando culpamos a otros o a nosotros mismos como las únicas causas de nuestros problemas!

¡Jesús envía la tormenta! Él ordenó esta aflicción y debo someterme a Su autoridad. Si Él envió esta pobreza,  ordenó esta decepción, de acogerla, si ordenó esta enfermedad, debo soportar pacientemente. Si Él ha permitido que la enemistad me asalte, olvidaré el odio a mi enemigo por sumisión a mi Amigo Fiel. Si Él me ha afligido, y me siento solo por la ausencia de aquellos tan queridos, no me quejaré. Si Él mezcla la copa amarga, la beberé, estando  seguro de que está mezclada sabia y amablemente y, aunque sea amarga, la vida y la salud resultarán de la bebida.

No ver a Dios en la tormenta, o tener falsas concepciones de Él, es una fuente prolífica de temor. Los hombres temen al destino o al azar, y contemplan fantasmas del mal por todas partes. Así, la superstición está llena de temores. En verdad: «En el temor del SEÑOR hay una fuerte confianza, y sus hijos tendrán un lugar de refugio» Prov.14:26 ¡Qué puede dañarnos, si Él es nuestro Protector! ¡No debemos temer la enemistad, si Él es nuestro Amigo! Jesús está ahí para protegernos del daño, e incluso para hacer que la furia de los vientos y las olas nos beneficie. «¡Soy yo; no tengan miedo!», implica todo lo necesario para calmar los temores y aliviar las penas de los creyentes aún afligidos!

La voz de Poder: «¡Todas las cosas fueron hechas por Él!», quien dijo: «Todo poder me es dado en el cielo y en la tierra». Es la misma voz de la Omnipotencia la que aún habla en medio de la tormenta. Él, que creó, puede controlar. Fuego y granizo, nieve y nubes, viento tempestuoso, cumplen Su palabra. Él los ha establecido para siempre: ha dado un decreto inamovible. El mar es suyo, y Él lo hizo y dijo: «Hasta aquí llegarás, y no pasarás; y aquí se detendrán tus orgullosas olas» Job 38:11. Y ciertamente, Aquel que «manda y levanta el viento tempestuoso, que levanta sus olas», es igualmente capaz de «calmar la tormenta de tus problemas, de modo que sus olas se aquieten».

Discípulo afligido, ¡ten ánimo! Aquel que te habla en la tempestad la produjo y puede controlarla. El Amigo que te dice: «No temas», es el SEÑOR y Dios por quien todo fue creado. Aquel que se presenta para apoyarte solo tiene que hablar, y se hace; basta con ordenar, y permanece firme. Su palabra es tan poderosa cuando habla para el consuelo de su pueblo afligido como cuando dijo: «Sea la luz, y fue la luz». ¿Habrá algo demasiado difícil para el SEÑOR? Jer.32:27- Newman Hall

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