MAYO 30

¿Qué significa amar a Jesucristo con sinceridad y vivir bajo la gracia de Dios?

La gracia sea con todos los que aman a nuestro SEÑOR Jesucristo con sinceridad. Efesios 6:24

La gracia de Dios —es decir, su amor inmerecido y misericordia infinita— nos ha sido dada en abundancia. Él nos ha regalado todo: la vida, la salvación, la redención y la posibilidad de tener una relación íntima con Cristo. Esta gracia divina no se gana con obras humanas, sino que se recibe gratuitamente por el simple hecho de ser amados por Dios. No se trata solo de recibir, sino también de amar profundamente a Jesucristo, con un amor verdadero, puro y lleno de gratitud.

“¡El más hermoso de los hijos de los hombres me ama de manera especial!”
Salmo 45:2

¡A un pecador tan indigno, tan merecedor de condena como yo! ¡Oh, qué maravillosa bondad es esta! ¡Qué infinitas riquezas de gracia gratuita y salvación eterna! ¡Ha dado su vida por mí! ¿Cómo no entregarle todo mi ser? Estoy perdonado, redimido con su sangre, escrito en su libro de la vida, revestido de su justicia, embellecido con su imagen. Me ha hecho hijo de Dios y me ha preparado una morada celestial en la casa del Padre. ¡Oh, qué asombrosa verdad cristiana!

¡Si conocieras el valor de Cristo, su excelencia divina, lo que Él es en sí mismo, lo que ha hecho por ti y lo que merece de ti, no necesitarías argumentos para persuadirte a amarlo!

“No amo tanto como debería a este dulce Jesús…”

¡Despierta, alma mía! Renuncia a todo lo que te impide ver a tu Amado incomparable. ¿Por qué te inclinas tanto hacia la tierra y las cosas pasajeras? Todo aquí abajo es indigno del amor eterno que solo Cristo merece. ¡Qué vacías, vanas y espinosas son las cosas del mundo! Levántate, alma mía, libérate; alza el vuelo con fe y esperanza y asciende por encima de los cielos visibles, al lugar donde está tu Salvador glorificado, tu amado y querido Jesús.

Dile adiós a los honores mundanos, a las riquezas engañosas, a los placeres efímeros que ofrece este mundo. Déjalos a quienes encuentran su gozo en lo terrenal. Como creyentes, nuestro corazón debe estar en lo alto, en lo eterno.

¡Alma mía, asciende con tus pensamientos, deseos, anhelos, esperanzas y gozos hasta los Cielos eternos! Allí podrás ver, contemplar, admirar y abrazar a tu Amado Señor Jesucristo.

Consejo devocional: Pasa tiempo en secreto con Dios. Allí, en la intimidad, medita una y otra vez en las perfecciones de Cristo, su carácter, su amor incomparable. Reflexiona en cuán alto, profundo e inmensurable es su amor. Algunos creyentes han experimentado gozos inefables y éxtasis del alma al meditar en Cristo a solas.

«Oh, los éxtasis del alma que algunos creyentes han encontrado en sus pensamientos y visiones en el secreto con Cristo.»
—Thomas Vincent

Oración devocional:
¡Oh, querido Jesús, qué hermoso eres en ti mismo! Eres el Amado del Cielo, el deleite del Padre, la admiración de los ángeles. Estás revestido de gloria y majestad, ceñido de poder eterno. ¡Tu belleza es incomparable! Sí, para todos los que creen en ti, tú eres precioso.

“Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso.”
1 Pedro 2:7 —Thomas Vincent 

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