
Se sacian de la abundancia de tu casa; les das a beber del torrente de tus delicias. Salmo 36:8
Satisfechos de la abundancia de sus bienes y abrumados con esas ricas y deliciosas provisiones que ha preparado en lugar donde Él habita, en sus corazones, que son templo y morada de Su Espíritu, 2 Cor.6:16, disfrutan de tu presencia y comunión contigo. ¡Que bendición es estar en Su presencia, es mejor que el mejor de los banquetes! Allí son aceptadas nuestras oraciones y alabanzas. Allí nos muestra Su gloria: «Gustamos y vemos cuán bueno es Él», Sal.34:8. Nos deleitamos en Su amor, nos llena de Su paz que sobrepasa todo conocimiento. Allí apreciamos todo lo que ha hecho por nosotros: ¡ Por Su gracia, nuestros pecados fueron perdonados, fuimos justificados, redimidos y salvados por Él! ¡Oh SEÑOR, en verdad tú eres la fuente de todo nuestro bien!
En tu presencia comunicas tus bendiciones por medio de tu Palabra, que es alimento dulce para el alma y fortalecedor para la vida espiritual y divina; quedamos satisfechos como el que disfruta de banquete, y ya no deseamos nada más en este mundo que vivir una vida de comunión con Él; y tener el consuelo de Sus promesas. De modo que, aunque estemos en apuros, peligros, oprimidos y perseguidos; no sólo somos protegidos y apoyados por el momento; pero a su debido tiempo, ¡todos nuestros deseos y necesidades serán satisfechas por completo! Este es el banquete provisto por el SEÑOR para todos los hambrientos y sedientos de Él; «Muy felices los que tiene hambre y sed de Justicia, porque ellos serán saciados», Mat.5:6, ninguno regresa insatisfecho
«Les das a beber del torrente de tus delicias». Delicias que son verdaderamente divinas; que no sólo proceden de ti, como autor de ellos, sino que terminan en ti como fuente y centro de ellos; las cuales, siendo puramente espirituales, son de la misma naturaleza que las de los gloriosos habitantes del mundo celestial. Hay un río de estas delicias siempre lleno, siempre fresco, siempre fluyendo. «Los afluentes del río alegran la ciudad de Dios, el santuario donde habita el Altísimo( en tu corazón)». Sal. 46:4.
Dios no solo ha provisto este río para su pueblo, sino que les da a beber de él; obra en ellos un apetito lleno de Su favor por estos deleites espirituales, y refresca el alma por su Espíritu; porque «el que cree en Jesucristo como dice la Escritura; de su interior correrán ríos de agua viva» Jn.7:38. En el cielo beberán para siempre y serán saciados de plenitud de gozo. ¡SEÑOR, danos a beber de este río de agua viva, para que no tengamos más sed! Jn.4:15 ¡En tu río de bendiciones apagas nuestra sed
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