
«Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios». -Romanos 8:27
Orar en el Espíritu es hacerlo con sinceridad, sensibilidad y afecto por la obra del Espíritu de Dios. Nadie puede orar de verdad sin Su ayuda. Muchos piden y no tienen porque piden mal. Mientras se ora, Dios escudriña el corazón para ver de qué raíz y espíritu viene la oración. Escucha lo que es de acuerdo a su voluntad y nada más. Las personas que oran sin el Espíritu Santo se inclinan a una falta de sentimiento, a oraciones hipócritas frías e impropias.
Él nos ayuda en nuestra debilidad. Cuando tenemos una clara visión de nuestro pecado y dudamos en venir a Dios, el Espíritu calma el alma y la ayuda a mirar hacia arriba a Dios, persuadiéndonos para orar. ¡Oh, qué gran tarea es para una pobre alma sensible a su pecado y a la ira de Dios el decir en fe tan solo la palabra «Padre»! Esa sola palabra dicha en fe es mejor que miles de oraciones formales, frías o tibias.
¡Cuán grandes son los obstáculos que el corazón tiene a veces en el momento de la oración! Hay muchos desvíos y distracciones a los que el corazón se desliza alejándose de la presencia de Dios. Pero cuando el Espíritu entra al corazón, hay verdadera oración, y solo hasta entonces. No son las palabras, sino el corazón el que importa en la oración. Las mejores oraciones con frecuencia son más gemidos que palabras: «El Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles». Rom.8:26 Jacob no solo comenzó a orar, sino que dijo «no te dejaré ir a menos que me bendigas». Así también hacen el resto de los piadosos, pero esto no puede hacerse sin el Espíritu de oración Judas 1:20.
Buscaré al SEÑOR y esperaré, no me marcharé aunque el SEÑOR mantenga su silencio y no hable una palabra de consuelo. Él amaba mucho a Jacob, y, aun así, le hizo luchar antes de tener la bendición. Le encanta mantener a su pueblo orando y hallarles tocando a las puertas del cielo.- John Bunyan. «La oración misma es un arte que únicamente el Espíritu Santo puede enseñarnos. Él es el dador de toda oración. Pide Su ayuda para que puedas y anheles orar.” -C. Spurgeon