
¿Hasta cuándo, SEÑOR? ¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro?¿Te olvidarás de mí para siempre? Salmo 13:1
Esperar es difícil en cualquier momento; pero cuando pasan días, semanas o incluso meses y nuestras oraciones parecen no ser respondidas, es fácil sentir que Dios nos ha olvidado. Quizás podamos luchar durante el día con sus distracciones, pero por la noche es doblemente difícil lidiar con nuestros pensamientos ansiosos. Las preocupaciones nos acechan y las horas oscuras parecen interminables. El cansancio absoluto hace que parezca imposible afrontar el nuevo día.
El salmista se cansó mientras esperaba; ¿Hasta cuándo, SEÑOR?. Se sintió abandonado, como si sus enemigos estuvieran ganando terreno. ¿Hasta cuándo mi adversario me dominará? Sal.13:2 Cuando esperamos que Dios resuelva una situación difícil o responda a nuestras oraciones repetidas, es fácil desanimarse. Satanás nos susurra que Dios nos ha olvidado y que las cosas nunca cambiarán. Podemos sentirnos tentados a ceder a la desesperación.
El salmista tenía un remedio. Se concentró en todo lo que sabía del amor de Dios, recordándo las bendiciones pasadas y alabando a Dios, quien no lo olvidaría. Nosotros también podemos. SEÑOR, amante de mi alma, que te acercas en la noche más oscura y larga, por favor, mantenme confiando en ti, hablándote y apoyándome en tus promesas. Vale la pena esperar por Dios; su tiempo siempre es el mejor.
Todos los creyentes pasan por momentos de frustración debido a oraciones sin respuesta. Sin embargo, las Escrituras brindan esperanza para este aparente dilema. David le pregunta a Dios cuatro veces «cuánto tiempo» debe esperar para obtener respuesta a su oración. Finalmente, comprende que su perspectiva no ha sido divina. Luego le pide a Dios que «mírame y respóndeme; ilumina mis ojos, y manténme con vida» Sal.13:3, para tener la fuerza para soportar la oposición. David redirige su corazón a la confianza en la misericordia inagotable de Dios y su cuidado constante. – Marion Stroud
Los problemas son inevitables, pero Jesús tiene el poder de rescatarnos de la desesperación. SEÑOR, ayúdame a ver más allá de mis circunstancias y a depositar mi esperanza en ti. Tuyos son toda autoridad y poder. Recuérdame tu bondad y déjame descansar en tu amor. Jesús es la esperanza que calma las tormentas de la vida. -Jennifer Benson No miro atrás….No miro hacia adelante…No miro a mi alrededor….No miro hacia adentro. Pero miro hacia arriba, al rostro de Jesús, porque allí mi corazón puede descansar, mis miedos se aquietan. Y hay alegría, amor, luz en la oscuridad, paz perfecta, y toda esperanza cumplida. – Annie J. Flint
********************************************************