
Pero yo, SEÑOR, a ti clamo; de mañana elevo a ti mi oración. Salmo 88:13
La oración matutina es un llamado a buscar a Dios, no solo en momentos de gran necesidad, sino cada día. Expresa nuestra total dependencia del SEÑOR, y ayuda a conformar nuestros corazones y mentes con la voluntad de Dios, permitiendo que Su paz guarde nuestros corazones y mentes en Cristo, Filip. 4:7. El SEÑOR nos dejó ejemplo, haciendo su prioridad buscar a Dios temprano: “Y muy de mañana…. se levantó y salió y se fue a un lugar desierto, y allí estuvo orando”. Mar. 1:35. Que nosotros podamos también decir: «De mañana elevo a ti mi oración».
La oración matutina es una profunda disciplina espiritual que puede transformar nuestra vida diaria. Es la puerta de entrada a un día vivido en comunión con Dios, proporcionando alimento espiritual, guía y fortaleza. Nos equipa para enfrentar el día con un sentido de propósito y claridad, sabiendo que nuestros pasos son guiados por el Espíritu Santo. La oración matutina nos ayuda a mantenernos centrados y arraigados en el SEÑOR y en Su verdad. Y fomenta una relación más profunda con Dios, pues por medio de Su Palabra y Su Espíritu logramos estar conscientes de que Él nos está hablando, así experimentamos el poder transformador de la presencia de Dios, moldeando nuestro carácter y renovando nuestras mentes Rom. 12:2.
La oración matutina nos prepara contra los ataques del enemigo de cada día. Como creyentes estamos en constante batalla espiritual contra fuerzas que buscan socavar nuestra fe y distraernos de nuestro propósito. «Porque nuestra lucha no es contra carne y sangre, sino contra los gobernantes, contra las autoridades, contra los poderes de este mundo oscuro y contra las fuerzas espirituales del mal en las regiones celestiales» Ef.6:12. Al comenzar el día con oración, nos ponemos toda la armadura de Dios, para poder resistir en el día malo(el dia de la tentación, de la dificultad) y, después de haberlo logrado todo, estar firmes.Ef.6:13
En la quietud del alba, quiero estar a solas con mi Amado; La calma de Su presencia trae perfume de arriba; Endulza todas las horas del naciente día ocupado; Su fragancia calma mi inquietud, y ahuyenta mi temor. Encuentro una fuerza maravillosa para el deber, mientras miro Su faz. Y entiendo que hay poder, conseguido en ese lugar secreto.- J. C. Stern
Considera también cómo la misericordia de Dios se renueva cada mañana y te da nueva vida. Él hace que el sol salga cada día para darte luz. Al levantarte dale gracias a Dios, salúdale al comenzar el día con una humilde oración: “Te doy gracias, Padre celestial, por medio de Jesucristo, tu amado Hijo, porque me acosté y dormí y desperté porque tu me cuidaste; te pido que también hoy me guardes del pecado y de todo mal, para que todas mis acciones y mi vida te agraden. En tus manos encomiendo mi cuerpo, mi alma y el de mis seres queridos. Que tu presencia esté conmigo, para que el maligno no tenga poder sobre mí. Amén”.
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