MARZO 30

«Sus brazos eternos te sostienen» Deuteronomio 33:27

La imagen sugerida es la de un niño pequeño, recostado en los fuertes brazos de un padre capaz de soportar todas las tormentas y peligros. El brazo indica protección. Como un padre abraza a su hijo cuando está en peligro, así Dios protege a sus hijos. La vida está llena de peligros. ¡Hay tentaciones por todas partes! Los enemigos acechan en cada sombra, ¡enemigos fuertes y veloces! Sin embargo, tenemos la seguridad de que nada puede separarnos del amor de Dios. «¡Sus brazos eternos te sostienen!»

El brazo de un padre rodeando a un hijo es una muestra de amor. El niño es sostenido en el seno del padre, cerca de su corazón. El pastor lleva a los corderos en su seno. Juan se reclinó junto a Jesús Jn.13:23. Esta imagen de Dios abrazando a sus hijos en sus brazos habla de su amor por ellos: su amor es tierno, cercano, íntimo. El brazo es un símbolo de fuerza. Su brazo es Omnipotente. «En el SEÑOR está la fortaleza de los siglos» Isa. 26:4. ¡Su brazo es inquebrantable! De este abrazo, jamás podremos ser arrebatados, Jn 10:28

Los brazos de Dios son «eternos». Los brazos humanos se cansan incluso en el abrazo del amor; no pueden estrechar eternamente. Tan pasajera es la vida con sus afectos rotos, sus pequeños momentos de amor, sus abrazos que se desgarran en una hora. Pero los brazos de Dios son eternos. ¡Siempre te sostendrán! Por muy profundas y arrolladoras que sean las aguas de la angustia, pero aún así y para siempre no te anegarán ¡Sus brazos eternos te sostienen!

Y cuando llegue la muerte, y todo lo terrenal desaparezca, y estemos sumidos en lo que parece oscuridad, sin amor humano, sin calor, alegría y vida, en la penumbra y el extraño misterio de la muerte; ¡Sus brazos eternos te seguirán sosteniendo! Esta visión del cuidado divino de Dios está llena de inspiración y consuelo. No nos estamos salvando a nosotros mismos. El Dios todopoderoso, nos sostiene con su brazo Omnipotente. Nuestra seguridad no depende de nuestra débil y vacilante Fe, sino de la Omnipotencia, el amor y la fidelidad del Dios Eterno. ¡Ningún poder en el universo puede arrebatarnos de sus manos! Ni la muerte ni la vida, ni lo presente ni lo por venir, pueden separarnos de sus brazos eternos.- J.R. Miller

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