
«Yo ruego por ellos. » Juan 17:9
Esta es la parte del oficio sacerdotal de Cristo más consoladora para el creyente enfermo, atribulado y sufriente; su súplica intercesora por ellos. Saber que somos llevados por los corazones de oración de nuestros hermanos cristianos, en momentos de dificultad y de angustia, es indescriptiblemente consolador. Cuánto más lo es pensar que Jesús, nuestro misericordioso Sumo Sacerdote, Amigo y Hermano nacido para la adversidad, ora por nosotros en el cielo: nuestros nombres grabados en su corazón, nuestras penas y necesidades, pecados y tristezas entrelazados con sus oraciones ante el trono; que su intercesión por nosotros no es solo una intercesión pasada, ni siquiera anticipada ; sino que es una intercesión presente, una intercesión cada momento, «presentándose ahora ante Dios por nosotros».
Oh, dulce pensamiento, cuando llega una nueva prueba, una nube oscura y nos aplasta una amarga tristeza; en ese mismo momento Jesús ora por nosotros , pidiendo a su Padre la fuerza que nos sostendrá; la gracia que nos santificará; el amor, el consuelo y la preciosa promesa del Espíritu que nos calmará, nos tranquilizará y nos sostendrá. Así que, considéralo. La oración intercesora por los demás es uno de nuestros privilegios más espirituales y enriquecedores. «Oren unos por otros» Sant.5:16. «Orando por todos los creyentes» Ef.6:18, es el precepto divino y apostólico que se impone constantemente, y con argumentos muy persuasivos y conmovedores.
¡Cuántos de los que el SEÑOR ha probado, por dolor físico, depresión mental o tristeza abrumadora, no pueden orar por sí mismos! ¡Qué privilegio orar por ellos en su nombre, imitar a Jesús e interceder por ellos fuera del velo, mientras Él intercede por ellos dentro del velo! Así, la oración intercesora en la tierra y en el cielo los envolverá como una nube de incienso, y el creyente probado será sostenido, el débil fortalecido, el tentado protegido, el afligido consolado, el enfermo apaciguado, y el moribundo sostenido y animado, mientras desciende del valle hacia el hogar para estar para siempre con el SEÑOR.
Oh Padre de misericordias, Dios de todo consuelo, nuestro único auxilio en momentos de necesidad, acudimos a ti en busca de apoyo para este enfermo que yace bajo tu mano, con gran sufrimiento y debilidad física. Míranos con misericordia, oh SEÑOR; esperamos en ti con fe en la divina seguridad de que “ eres poderoso para salvar para siempre a los que por medio de ti se acercan a Dios, puesto que vives perpetuamente para interceder por nosotros.” Heb.7:25, podemos humildemente esperar que al atardecer habrá luz; y que, en el último momento de nuestra vida, la llama será arrancada del fuego, y la gracia inmerecida llevará la corona.- Octavius Winslow
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