
«Dulce será mi meditación en Él»; Salmo 104:34
En estos días de incesante actividad, procure reservar tiempo cada día para la meditación, así como para la oración. La meditación es el retiro del alma de sí misma, apartándose del mundo para que mediante un pensamiento serio y solemne en Dios, el corazón pueda elevarse a los afectos celestiales. Cuando David comenzó a meditar en Dios, encontró gusto al meditar en Su creación, en su obras maravillosas, en Su providencia, halló tanto gusto y dulzura que «quedó muy satisfecho, como el que disfruta de un banquete delicioso» Sal.63:5.
«Dulce será mi meditación en Él», es decir, en Cristo, que me amó, cuya sangre ha lavado mis pecados. Meditar «en Él» es lo que es dulce; no simplemente en la doctrina acerca de Él, sino en Él mismo; meditemos en la vida de Cristo, es una vida de insondables profundidades; y entre más mediten en ella, más dulzura encontrarán. Entre más nos acerquemos a Su bendita persona, más genuinamente nos habremos acercado al propio centro de la bienaventuranza. Entre más conozcamos a Cristo, más querremos saber de Él; y entre más dulce sea Cristo para nosotros, se tornará más dulce. – Spurgeon
Meditar en Cristo crucificado es el conocimiento más excelente frente al cual, cualquier otro conocimiento es ignorancia. Hazlo y cuando te sea revelada Su obra de Salvación por ti y por mi en la Cruz, podrás decir: «Dulce será mi meditación en Él». Un Salvador del pecador, ¡oh, cuán dulce es Él, para un pecador como yo! ¡Qué deleite, entonces, deberíamos sentir al meditar en todas las maravillas de la redención! De estas no hay fin. «La meditación en Él es la semilla que hace florecer los frutos de la gracia». -Watson
Que mis pensamientos se centren principalmente en el SEÑOR y Su bondad, pues ese es un tema que nunca puede agotarse; ¡y es uno lleno de refrigerio y deleite! «Dulce será mi meditación en Él.» Que piense entonces en su amorosa bondad por la mañana y en su fidelidad cada noche. Que reflexione en Su gracia, tal como se revela en Cristo Jesús, y en todas las relaciones de amor que tiene con su pueblo. Que piense en sus pasadas obras de misericordia y en sus promesas de bien futuro.
Que reflexione especialmente en Su gracia para conmigo al iluminar mi mente oscura, al perdonar mis pecados, al revestirme con el manto de Su justicia y al darme Su Espíritu Santo para que sea mi Maestro, mi Santificador y mi Consolador. ¡Que piense en su paciencia y tolerancia, en su fidelidad y gracia inmutable! Al meditar en estos temas; mi meditación será dulce, mi alma se refrescará, mi gratitud se despertará, me alegraré en el SEÑOR y me regocijaré en el Dios de mi salvación! ¡Qué dulce y alentador es el tema de la gracia de Dios mi Salvador! Que ocupe mis pensamientos diarios, hasta que contemple Su rostro cuando despierte en Su presencia.
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