
«No faltó ni una palabra de las buenas promesas que el SEÑOR había hecho…. TODAS se cumplieron» Josué 21:45
Una promesa de Dios puede ser comparada a un cheque pagadero al portador. Es dada al creyente con miras a concederle algo bueno. No tiene el propósito de que la lea y luego se olvide de ella. No, el creyente debe usar la promesa como una realidad, tal como un hombre usa un cheque. El creyente debe tomar la promesa y endosarla con su propio nombre, apropiándose de ella como algo verdadero. Debe aceptarla por Fe como suya. Creer que ya cuenta con la bendición, puesto que tiene la firme promesa de ella, y, por tanto, pone su nombre en la promesa para certificar la bendición como ya recibida.
Hecho esto, debe presentar la promesa al SEÑOR por medio de la oración con Fe, esperando verla cumplida, igual que un hombre presenta un cheque en la ventanilla del Banco. «Porque sin Fe es imposible agradar a Dios» Heb.11:6. Si ha venido al Banco del Cielo en la fecha establecida, recibirá de inmediato el monto de la promesa. Si el cheque tiene una fecha posterior, debe esperar pacientemente hasta que llegue ese día; pero, mientras tanto, puede considerar la promesa como dinero en efectivo, pues el Banco le pagará con seguridad cuando llegue la fecha indicada.
Algunos individuos no estampan el endoso de la Fe en el cheque, y por ello no obtienen nada; y otros son negligentes en presentarlo, y estos tampoco reciben algo; porque el cumplimiento de la promesa es condicional y depende de la obediencia a Dios. «Todas estas bendiciones vendrán sobre ti y te alcanzarán si Oyes la voz del SEÑOR tu Dios» Deut.28:2. Dios no ha dado ninguna prenda que no quiera redimir, y no ha alentado ninguna esperanza que no quiera cumplir. La visión de las propias promesas es buena para los ojos de la fe: entre más estudiemos las palabras de gracia, más gracia obtendremos de las palabras.
He soportado tribulaciones provenientes de muchos flagelos. Las aguas se agitaron continuamente, y las olas se sucedieron una tras otra. He cruzado, la mayor parte del tiempo, esos océanos que no son pacíficos. Sin embargo, las promesas de la Palabra de Dios nunca fueron tan preciosas para mí, como en la hora de más dura aflicción, algunas de ellas solo las pude entender hasta ese momento. ¡Cuánto más maravillosa es la Biblia para mí ahora, de lo que fue antes!
En tus tribulaciones El SEÑOR no te abandonará: Él te sustentará. Hay una promesa preparada para tus presentes emergencias; y si crees en ella y la argumentas en oración por medio de Jesucristo, verás que la mano del SEÑOR se extiende para ayudarte. «Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré» Jn 14:13-14. Todo lo demás puede fallar, pero Su Palabra nunca fallará. Dios es glorificado cuando Sus siervos confían en Él sin reservas.- C.Spurgeon. El cristiano que obedece, ama al SEÑOR y carga su cruz cada día, pero mantiene puesta su mirada en Él confiando, podrá decir con Josué: «No faltó ni una palabra de las buenas promesas que el SEÑOR había dicho…. TODAS se cumplieron». –