
La misericordia y la verdad se encontraron; La justicia y la paz se besaron. Salmo 85:10
¡Mira qué reunión hay aquí! Estos cuatro atributos divinos, de hecho, todas las Personas de la Deidad, separados en la caída de Adán, se encontraron nuevamente en el nacimiento de Cristo para la salvación del hombre! Se llama enfáticamente al mismo Jesús Misericordia, y la misericordia prometida Luc. 1:72. Él es la Verdad misma Juan 14:6 ¡Y Él es La justicia, sí, el SEÑOR justicia nuestra Jer. 23:6 ; 1 Cor. 1:30 . Y ÉL es la Paz de Su pueblo, Miq 5:5; Ef 2:14 y 17. La misericordia, la verdad, la paz y la justicia formarán la Gran y ennoblecedora distinción del reino de Cristo.
Solo en Jesús se encontraron estos atributos aparentemente opuestos, para concurrir y unirse para la salvación de los pecadores. La misericordia o amor inagotable se inclina al perdón. La justicia divina ahora está satisfecha por la gran expiación de Jesús en la Cruz. La verdad y la vida, Cristo, surgió de la tierra cuando tomó nuestra naturaleza sobre Él, brotará del corazón de los hombres y crecerá en majestuosa belleza y abundantes frutos. Y la justicia divina lo miró complacida y satisfecha. La paz en la Cruz satisface todas las demandas.
No ha habido un conjunto de cualidades divinas tan reunidas y exhibidas de manera tan ilustre para la salvación del hombre, como aquí en la persona de nuestro SEÑOR Jesucristo. ¡Oh! Emmanuel, tu amor es inagotable! ¡Oh, SEÑOR, Justicia nuestra! ! ¡Oh Verdad brotaste de la tierra, sí, descendiste en tu dichosa misión para salvar a los pecadores, para reconciliar todas las cosas contigo mismo! Oh, revélame que todas las perfecciones divinas están ahora eternamente satisfechas por tu maravilloso y misterioso encuentro.
¡Oh, es la misericordia manjar del hombre! Enteramente saludable, remedio eficaz. ¡Es la justicia, pan del corazón! Y pan que conforta en gran manera como alimento sólido para nutrir, puesto que: «Bienaventurados los que tienen hambre y sed de Justicia, porque ellos serán saciados». Su gracia y su verdad es dulcísimo alimento ciertamente, y que tiene toda suavidad y deleite para el paladar; y su paz o reconciliación, es un banquete para los pecadores arrepentidos y creyentes; más aún, juntando en sí todas estas propiedades en Cristo, no sólo deleitan, sino que fortalecen y Salvan.- Bernardo
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