
«Mujer, ¿Ninguno te ha condenado?» «Ninguno, SEÑOR», respondió ella. Entonces Jesús le dijo: «Yo tampoco te condeno. Vete; y desde ahora no peques más». Juan 8:10-11
Los fariseos trajeron al SEÑOR una mujer sorprendida en adulterio, para ponerle a prueba: Si la absolvía, entraría en conflicto con la ley de Moisés que ordenaba apedrear a tales personas, Lev.20:10, ¿Qué, pues, dices de ella? Esto decían tentándole, para tener de qué acusarle Jn 8:5, realmente usaron su culpa para promover sus propios planes contra Jesús. Así sería tenido por enemigo manifiesto de la ley, absolviendo a quien la ley condena. «Mientras decían esto, Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo». Jn.8:6 Jesús por toda respuesta a la dureza de sus corazones de piedra, inclina su mirada hacia el suelo y escribe.
Creen que por su silencio el plan tuvo éxito. Como insistían en preguntar, Jesús se endereza y obtienen su respuesta: «El que de ustedes esté sin pecado, sea el primero en tirarle una piedra», Jn 8:7. Palabra breve, pero eficaz, y más penetrante que una espada de dos filos; ¡fueron traspasados y quebrantados con esta espada aquellos corazones endurecidos! Merecía, ciertamente, la adúltera ser apedreada; pero, ¡que sentencia más divina; que castigue el pecado el que esté exento de pecado! Hipócritas, lo que en público reprenden ellos mismos lo hacen en secreto. -Bernardo
Al oír la respuesta de Jesús, quien conoce lo más oculto del corazón hirió tan fuertemente sus conciencias, que «se fueron retirando uno a uno….y dejaron solo a Jesús y a la mujer. Jesús le dijo: Mujer, ¿ninguno te ha condenado? «Ninguno, SEÑOR». Ni yo te condenó; ¡Oh esta es la voz de la misericordia! SEÑOR, hazme oír por la mañana tu misericordia, porque en ti he confiado! Sal.143:8 ¡Cuánto le costó pagar el precio de nuestros pecados! Pero es fácil escuchar Sus palabras de perdón y salir de Su presencia con la seguridad de que «ahora ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús» Rom.8:1
«Vete; y desde ahora no peques más». «No pienses que apruebo tu conducta. Has cometido un gran pecado y te exhorto a que tengas cuidado de no volver a cometerlo». Su perdón no debe ser visto como una licencia para seguir pecando, es más bien una oferta de un nuevo comienzo a una mujer arrepentida; un cambio de corazón y de conducta. La persona arrepentida deja de vivir en las tinieblas y comienza a andar en la luz de Cristo, Jn.8:12. Nos enseña que el pecador reconciliado con Dios, puede honrar al Autor de su salvación con una vida que le agrade a Él.
ORACIÓN: Oh JESÚS, Salvador y Redentor nuestro, que libraste de manera misericordiosa y compasiva a la mujer sorprendida en adulterio de las acusaciones de sus enemigos, la despachaste en paz, previniéndola para que no peque más; aquí tienes postrada ante Ti, mi pobre alma verdaderamente adúltera, que tantas veces se apartó de Ti, que eres su verdadero Esposo.
SEÑOR, mi propia conciencia, mis obras, mis acciones malas me acusan, no entres SEÑOR en juicio con ellas. No te acuerdes de mis antiguas iniquidades, mi alma que es en tu presencia pecadora déjala ir en paz absuelta en tu tremendo juicio por tu gracia infinita, porque de Ti es propio, oh SEÑOR, compadecerte siempre y perdonar porque tus misericordias son infinitas.
Ahuyenta de mi la ociosidad que lleva al descuido de la Oración, abriendo así puertas al pecado, al error y a la apostasía. Dame celo para guardar tu bendita Palabra, lléname de tu Espíritu que es todo amor y paz, concédeme fortaleza para evitar las tentaciones del pecado, perseverancia en tu camino, para que una vez arrepentido, siga por el sendero de la justicia y no desmaye hasta alcanzar el cielo, para bendecirte y alabarte eternamente y para siempre…. Amen. -Ludolphus
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