
«Daniel, siervo del Dios viviente» Daniel 6:20
En la rutina diaria y las preocupaciones de la vida, reducimos el gran reino de vida de Dios a un ínfimo rincón del alma, Su palabra viva a un mero libro de historia, y olvidamos el hecho de que Dios «es un Dios viviente»; «El que es, el que era, y el que ha de venir. Soy el Todopoderoso», Apoc.1:8, que posee el mismo poder soberano, el mismo amor salvador hacia aquellos que le aman y sirven, porque Él es el Dios Viviente. Así como respondió a aquellos que confiaron en Él, así Él lo hará ahora, porque Él no cambia.
Nuestro Dios está vivo, no inerte. Él es nuestra esperanza y para el género humano. Los hombres vienen a este mundo y después desaparecen. Los líderes, maestros y pensadores hablan y trabajan durante un cierto período, después enmudecen y llegan a ser impotentes. Pero Él permanece. Ellos mueren, pero Él vive. Ellos son velas encendidas que más tarde o más temprano se consumen: pero Él es la luz verdadera de la cual obtenemos todo su resplandor, Él resplandece para siempre. -Alexander Maclaren.
¡Oh, con cuánta confianza debiéramos arrojarnos en sus brazos, y en los momentos más difíciles nunca perder de vista el hecho de que Él es aún y será siempre el Dios viviente! Quien siempre irradia la luz de vida y causa crecimiento y vitalidad para todas las cosas vivientes. «Porque en Él vivimos, y nos movemos, y somos…». Hec.17:28. El Dios viviente, es real, receptivo, capaz de responder y proveer a aquellos que confían en Él.
Cuando clamamos a Él, el Dios viviente nos responde y nos libera. Daniel fue arrojado en un foso de leones por hombres malos que lo querían destruir. Daniel confió en que el Dios viviente lo libraría, y el rey de ese país vio de primera mano el poder libertador del Dios viviente. Este es el Dios viviente en quien tenemos el privilegio de confiar y con quien podemos contar. Él está vivo. Él nos oye y Él responde con liberación poderosa, cuando confiamos y reclamamos para nosotros Sus promesas fieles.
A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos, 1 Tim. 6:17. Timoteo exhorta a los ricos a que no confíen en las riquezas inciertas, sino en el Dios viviente. Quien es capaz y está deseoso de darnos todas las cosas que Su Palabra promete. El Dios viviente nos da estas cosas en abundancia, no escasamente, para que las disfrutemos. Él desea para Sus hijos una vida de calidad y abundancia.
Así como respondió a aquellos que confiaron en Él, así Él lo hará ahora, porque Él no cambia. Considera cómo tu mayor haber espiritual tu conocimiento permanente de la presencia actual de Jesús. En nada te regocijes tanto, como en saber que Jesús está vivo y siempre te acompaña, independiente de tus sentimientos, tu soledad, y de tus mismas opiniones, como la manera en que manifestará Su presencia en tu vida.Él desea para Sus hijos una vida de calidad y abundancia. ¡Hoy tenemos el privilegio de conocer, amar y servir al Dios viviente!
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