ENERO 23

«Y comerás y te saciarás, y bendecirás al SEÑOR tu Dios por la buena tierra que te habrá dado» Deuteronomio 8:10

¡Qué sencillo! ¡Qué hermoso! ¡Cuán moralmente apropiado! Saciados con el fruto de la bondad del SEÑOR, debemos bendecir y alabar su santo nombre. «Bendecir» es reconocer con toda nuestra alma, la bondad de Dios y su grandeza, porque es de su providencia y favor que recibes el sustento y la fuerza para actuar. Dios requiere la gratitud de nosotros, cuando disfrutamos de la abundancia de todas las cosas buenas aquí, y de las que se nos ha prometido en el cielo. Dios aprecia la gratitud del hombre y esta nos debe llevar a la obediencia, y a reconocer que todo lo bueno y perfecto que se nos da, viene de arriba, de Dios. Sant.1:17

Un espíritu agradecido se deleita en contar las bendiciones que ha recibido Sal. 40:5. Protege contra la autosuficiencia orgullosa. Nos impide olvidar de dónde fluyen nuestras bendiciones, por un sentido de la bondad de Dios que se renueva diariamente. Un espíritu agradecido bajo la adversidad, se somete a la voluntad de Dios y la acepta en cualquier circunstancia, como dijo Pablo: «Sé vivir en pobreza, y sé vivir en prosperidad» Fil.4:12. Un espíritu agradecido nos ayuda a orar. De ahí la regla de que la oración debe ir acompañada de acciones de gracias Fil. 4:6.

Nuestro fiel SEÑOR, conoce muy bien la lamentable tendencia del corazón humano a centrarse más en las dádivas, a olvidarse y a perder de vista al Dador. Por eso, el SEÑOR permite que nos vengan pruebas: Cuando tenemos hambre, esto es necesidades, nos volvemos a Dios. Cuando estamos vacíos somos devotos. “Hambrientos y sedientos, su alma desfallecía en ellos. Entonces en su angustia clamaron al Señor,” Sa.107:5-6. El hijo pródigo regresó con su padre cuando tuvo que comer algarrobas con los cerdos.

«La flor machacada produce el mejor perfume. Los desiertos y las almohadas de piedra nos preparan para un cielo abierto y una escalera llena de ángeles». Juan no recibió las revelaciones del apocalipsis hasta que por causa de la persecución huyó a la Isla de Patmos. La epístolas más jubilosas de Pablo, Efesios, Filipenses, Colosenses fueron escritas en la cárcel; como a los pájaros a veces se les oscurece la jaula para enseñarles a cantar.- H. Bushnell «Bendecirás al SEÑOR tu Dios por la buena tierra que te habrá dado» ¡Ojalá que inclinemos nuestros oídos y nuestros corazones a estas palabras con santa reverencia y con espíritu de gratitud!

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