DICIEMBRE 31





Entonces Jesús le dijo: «¡Sígueme!» Juan 21:19

Estamos llegando al último día del año. Qué mejor palabra para cerrar el año que esta última invitación de Jesús: «¡Sígueme!». Este es el verdadero resultado de todo aprendizaje de Cristo. El mero conocimiento, aunque sea de cosas espirituales, no sirve de nada, excepto en lo que nos lleva a seguir a Cristo.

Hemos visto a Jesús en todas las diferentes fases de Su vida. Hemos escuchado muchas de Sus palabras. Ahora sólo nos queda seguirlo. El último día del año sugiere también el mismo deber. El pasado, por muy borroso que esté, debe irse; no podemos cambiarlo, y no necesitamos perder el tiempo quejándonos. Pero el año nuevo está ante nosotros, y si queremos que sea mejor que el pasado erróneo, debemos proponernos seguir a Cristo más de cerca.

Seguir a Cristo es hacer Su voluntad, ir a donde Él nos guíe, sin cuestionar ni objetar. Puede que vengan pruebas, sufrimientos o sacrificios, estas son las experiencias del alma elegida, debemos perseverar y morir con Cristo. No hay camino hacia el éxito duradero salvo el de la cruz y la tumba de Cristo. «Si sufrimos, reinaremos con Él» 2 Tim.2:1-10. El mundo puede considerar esto como un fracaso, pero Dios se compromete a sí mismo a que mientras el péndulo se balancee aquí en la oscuridad, se balanceará igualmente en ese mundo de luz. Tres cosas son imposibles para Dios: morir, mentir y fallar al alma que confía en Él. Incluso cuando no podemos reunir suficiente fe, Sus promesas no pueden ser frustradas en el caso de aquellos cuya fe es débil y temerosa.

 Nuestro único deber simple es obedecerlo y seguirlo. ¡Sabemos que Jesús nos guiará solo por sendas correctas, y que el camino que toma es ascendente y termina a los pies de Dios! El nuevo año en el que estamos a punto de entrar es incierto, y no sabemos lo que nos sucederá; pero si seguimos a Cristo, no debemos temer. Así que dejemos el año viejo con gratitud a Dios por sus misericordias, con arrepentimiento por nuestras fallas y pecados, y entremos en el nuevo, en el Nombre de Cristo, y  con la ferviente resolución de seguirlo para que sea el mejor y más hermoso año que jamás hayamos vivido. ¡Sigueme! -J.R. Miller

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