
El SEÑOR irá delante de ti; El estará contigo, no te dejará ni te desamparará; no temas ni te acobardes. Deuteronomio 31:8
Hay unas palabras impactantes en el libro del Eclesiástico 2: “Miren a las generaciones de antaño y vean: ¿Quién se confió al SEÑOR y quedó confundido? ¿Quién perseveró en Su temor y quedó abandonado? ¿Quién le invocó y fue desatendido?”.
El SEÑOR irá delante de ti; El estará contigo, no te dejará ni te desamparará; no temas ni te acobardes. Cubre toda posible condición y todas las circunstancias. Dios nunca, nunca nos abandonará. Ni la más estrecha amistad humana es completamente segura. Hasta una madre puede abandonar a su hijo. Pero el amor de Dios nunca falla. Todo creyente en Cristo tiene la seguridad de tener un lugar propio en el corazón del Redentor.
Desalentados, a veces creemos que caminamos solos. Nuestra vista solo se fija en la pesada roca en medio del camino, sin ver el amor que nos ayuda, que se mueve delante de nosotros conforme nos movemos. Este amor nos reprende por nuestra falta de fe, por nuestro vano desmayar, y quita la roca de delante nuestro. -J.R. Miller
Esta promesa se hace a los que soportan pacientemente la aflicción o la persecución por causa de Cristo; y puede aplicarse a cualquier alma fiel en aflicción, tentación o adversidad de cualquier tipo. Confía en el SEÑOR con todo tu corazón, y nunca te apoyes en tu propio entendimiento; porque El SEÑOR irá delante de ti; El estará contigo, no te dejará ni te desamparará; no temas ni te acobardes.