DICIEMBRE 2


«Porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre». Hechos 9:16

 Debemos aprender a tener consuelo, paz, gozo y comunión con Cristo en nuestros problemas. La gracia crece mejor en invierno. Las cruces forman parte de nuestra comunión con Cristo. No existe una comunión más dulce que la de llevar a Él nuestras heridas. Cristo da una buena bienvenida a un corazón apesadumbrado. El SEÑOR recompensa mi tristeza con su gozo y presencia.

Es agradable intercambiar mis tristezas por los gozos de Cristo. Las pérdidas por Cristo son  bienes que se invierten en Su banco, y que Él toma con Sus manos. Los problemas pasan por sus dedos y Él vierte dulzura en medio de ellos. Me pregunto cuántas veces son las que un hijo de Dios debe tener un corazón triste, considerando lo que el SEÑOR está preparando para Él. Lo que Dios pone sobre nosotros, soportémoslo con paciencia. Algunos tienen solo una cruz. Otros tienen siete, o diez, y algunos otros solo media. Pero todos los santos tienen plenitud de gozo, y siete cruces tienen siete gozos.

La parte más pesada de la cruz recae sobre nuestro fuerte Salvador. El diluvio puede arreciar, pero nuestra arca flotará por encima de las aguas. Glorifica al SEÑOR en tu sufrimiento y Él esparcirá su bandera de amor sobre ti.  No seas un soldado débil, no desmayes. No temas. Cristo y sus cruces son dos invitados que merecen la pena hospedar. Queremos ir por el camino fácil, pero hay que pagar un precio. Él y su cruz son una dulce compañía y una pareja bendita.

Mis pérdidas son pérdidas ricas, mis dolores son dolores fáciles, mis días de pesadumbre son santos y felices. Debería estar satisfecho de que el gozo y la tristeza tienen una parte en mi vida. Si la tristeza se lleva la mayor parte, sé que el día del gozo amanecerá y más que recompensará todas mis horas tristes. Querido hermano, deja que Dios haga lo que quiere ahora y hará gloria de tus sufrimientos….  -Samuel Rutherford

Samuel Rutherford, autor de este Devocional, tiene toda autoridad para hablar del sufrimiento: A los cinco años de matrimonio, su esposa enfermó y murió un año más tarde, dos hijos también murieron en este período. No obstante, Dios usó este tiempo de mucho dolor, que lo preparó  para alentar a los afligidos. Tiempo después fue encarcelado por no estar de acuerdo con las doctrinas y prácticas de la iglesia del estado. Para él, el gozo y la paz del Espíritu Santo eran más reales que el encierro. En este texto refleja su perspectiva de lo que era estar en prisión por la fe: «No obstante ser esta ciudad mi prisión, con todo, Cristo hizo de ella mi palacio, un jardín de deleites, un campo y huerto de delicias». 

Los que llevan el nombre de Cristo deben esperar llevar la cruz por Su nombre; y los que más hacen por Cristo a menudo son llamados a sufrir más por Él. El viacrucis del dolor y de la aflicción es el aula donde los cristianos aprenden a tener humildad, compasión, carácter, paciencia y misericordia. Eso es cierto para ti y para mí.

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