DICIEMBRE 18

«Y Él será nuestra paz». Miqueas 5:5

Este es un anuncio de la misión de nuestro Salvador, ser nuestra paz. La paz espiritual, que consiste en la tranquilidad y el consuelo interiores del alma. En su nacimiento los ángeles proclamaron: «Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra» Luc. 2:14 ¡Sí! toda la gloria es de Dios; porque todo está fundado en Dios; llevado a cabo en Dios; completado en Dios. ¡Gloria a Dios! Porque Dios es el dador de nuestra salvación y de nuestra paz. Dice Pablo: «Cristo nuestra paz» Ef. 2:14, el profeta Isaías dijo: «será llamado Príncipe de Paz» Isa. 9:6 El mismo nombre de Cristo nuestra paz, es dulce, melodioso, hermoso, una bendición tan excelente y amable.  

Solo Cristo es nuestra paz, paz comprada para nosotros por Su sangre derramada en la Cruz, que hace expiación por el pecado y nos reconcilia con Dios. Quien permite que su corazón sea la morada de Cristo, será invadido de paz. Así como el sol no puede carecer de luz, ni el fuego de calor, Jesucristo no puede estar sin paz, porque Él es la paz. Su paz es tan preciosa y excelente, que es lo primero que deseó a los apóstoles después de su resurrección: «Paz a ustedes» Juan 20:19.

Jesús, y sólo Él, es la paz que el corazón del hombre puede disfrutar: Paz de conciencia al perdonar nuestros pecados; paz mental en tiempos de aflicción; paz que conquista a nuestros enemigos, nos protege de sus ataques y preserva nuestra mente en paz. Paz y unión entre hermanos, para que todos formemos un solo cuerpo bajo Jesucristo como nuestra Cabeza. Verdaderamente la venida de nuestro Salvador es nuestra paz.

 «Apártate del mal y haz el bien,busca la Paz y síguela». Sal. 34:14 Apártate del mal, porque «no hay paz para los malos» Isa. 48:22. Cuando las almas se someten a las enseñanzas divinas y sienten su influencia del espíritu del SEÑOR en su alma y cuerpo es la experiencia más sublime y saludable que se puede tener. Es una bendición haber aprendido de Cristo de tal manera que es despojado del viejo hombre corrupto y revestido del nuevo hombre, Cristo. Ef. 4:20-22; su renovación en nuestro corazón es un proceso diario y real. 

«Busca la paz y siguela», sigue a Cristo nuestra paz, ámalo constantemente y morarás en el seno de una paz sólida y eterna. La paz y felicidad es ser objeto de Su amor y cuidado, tener su oído abierto a nuestras oraciones, tenerlo infinitamente poderoso, sabio y bueno, siempre listo para escuchar nuestras peticiones y suplir nuestra necesidad; esta es la vida, es la felicidad, es la paz.

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