
Por esta causa yo Pablo, prisionero de Jesucristo….Efesios 3:1 El Apóstol Pablo no solamente resistió las tentaciones en su actividad Cristiana, sino también en la soledad de su cautiverio. Es posible que tú puedas resistir la opresión del trabajo más intenso, juntamente con grandes sufrimientos, y sin embargo, fracasar por completo cuando estés separado de todas las actividades piadosas; cuando estés obligado a permanecer en el lugar estrecho de alguna prisión. Vemos que esos pájaros tan sublimes que se remontan por encima de las nubes y resisten grandísimos vuelos, caen en la desesperación cuando se les encierra en una jaula donde se ven forzados a golpear sus alas inútilmente contra los alambres de su prisión. Tú habrás visto a esas águilas grandes languidecer en sus estrechas Jaulas, con sus cabezas encorvadas y sus alas caídas. Qué cuadro tan terrible se nos presenta aquí, de la aflicción que causa la inactividad. Pablo en la prisión. Aquello era otro aspecto de la vida.
¿Quieres saber lo que hacía allí? Yo le veo mirando por encima de lo alto de la pared de su prisión y por encima de las de sus enemigos. Le veo escribir un documento y firmarlo con su nombre y no poner el del prisionero de Festo, o el de César, o la víctima del Sanedrín, sino el «prisionero del SEÑOR.» En todo esto, él vio solamente la mano de Dios. La prisión para él se convirtió en un palacio. En sus corredores suenan gritos de triunfo, alabanza y gozo. Privado del trabajo misionero que él amaba tanto, ahora construye un nuevo púlpito -un testigo nuevo se levanta- y desde aquel lugar de esclavitud vienen algunos de los servicios mejores y más provechosos de libertad Cristiana. ¡Que mensajes tan valiosos e iluminadores han procedido de aquellas sombras negras del cautiverio!
Piensa en el gran número de santos encarcelados que han seguido el camino de Pablo. Durante más de doce años los labios de John Bunyan permanecieron cerrados en la prisión de Bedford. Allí fue donde él hizo el trabajo más grande y mejor de su vida. Allí escribió el libro cristiano que ha sido más leído después de la Biblia. Él dice: «En la prisión estaba como en casa. Me sentaba y escribía y escribía, porque el gozo me hacía escribir.» El ensueño maravilloso de aquella larga noche, ha iluminado la senda de millones de cansados peregrinos. El espíritu selecto de aquella sierva del SEÑOR, francesa, Madame Guyon, estuvo encerrada entre las paredes de la prisión. Lo mismo que algunos pájaros enjaulados que cantan sus canciones más melodiosas en sus confinamientos, la música del alma de esta sierva de Dios, atravesó las paredes de la prisión y ha desterrado la aflicción de muchos corazones entristecidos. ¡Cuán grande ha sido el consuelo que ha procedido de lugares solitarios! -S. C. Rees
Samuel Rutherford, prisionero por causa de Cristo, de su vida destacamos no sus logros académicos, ni su valor en defensa de la sana doctrina. Lo que nos atrae es aquella brecha que se abrió en su corazón durante su cautiverio en Aberdeen, que dejó escapar tan grato olor de Cristo. Durante los 17 meses de su encierro, Rutherford tuvo sus labios sellados; no obstante, su corazón desbordó de buenas palabras de adoración y amor al SEÑOR. Que el SEÑOR nos conceda en medio de las tribulaciones, que muchas veces nos hacen sentir como prisioneros, seguir el ejemplo de Rutherford quien con mucha oración y meditación en medio del cautiverio, estar en condiciones decir como él: «¡Oh, si viésemos la belleza de Jesús y presintiéramos la fragancia de su amor, correríamos a través del fuego y del agua para estar con Él!». «¡Oh, cuán dulce sería si aprendiéramos a aliviarnos de nuestras cargas, amoldando nuestros corazones a ellas, y haciendo de la Voluntad de nuestro SEÑOR una ley!».