SEPTIEMBRE 9


"Nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo"; Filipenses 3:20

El ciudadano cristiano no es más que un peregrino en la tierra. Su conducta en la tierra está regulada por una vida celestial. Anhela entrar en posesión de todos los privilegios de la franquicia celestial. Vive abajo, pero respira la atmósfera de arriba, y busca actuar en armonía con su elevado destino. Somos ciudadanos de los cielos, que salimos a pasar unas horas cada día en la tierra. Esta es nuestra posada, allá es nuestro verdadero hogar. De allí vendrá Jesús para completar la obra de salvación dándonos un cuerpo como el suyo. -FB Meyer

La Iglesia, los creyentes, según el propósito de Dios, son extranjeros sobre la tierra. Su porción, su esperanza, su hogar, su herencia, su todo, en una palabra, es celestial. El llamamiento de la Iglesia, su marcha, su destino, su total carácter y conducta, y sus principios son, o deberían ser celestiales. 1 Ped.2:11-12 La Iglesia nada tiene que ver con la política de este mundo. No forma parte de nuestro testimonio intervenir en asuntos políticos, mezclarse es traicionar al SEÑOR, a su llamamiento y a sus principios. Su ciudadanía es de los cielos de donde espera al Salvador, nuestro SEÑOR Jesucristo.

Su elevado y santo privilegio es estar unida y moralmente identificada con un Cristo rechazado, crucificado, resucitado y glorificado. Nada tiene que ver con el actual sistema del mundo, como tampoco su Cabeza glorificada en los cielos nada tiene que ver con ello. "No son del mundo" dice el Señor, hablando de su pueblo, "como yo no soy del mundo» Juan 17:16. Esto es concluyente. Determina nuestra posición y nuestro sendero de la manera más precisa y definida. "Pues como Él es, así somos nosotros en este mundo" 1 Juan 4:17.

Esto encierra una verdad doble, a saber: nuestra perfecta aceptación ante Dios y nuestra completa separación con el mundo. "Estamos en el mundo, pero no actuamos como el mundo". Debemos atravesarlo como peregrinos y extranjeros aguardando la venida de nuestro SEÑOR, la aparición de la brillante Estrella de la mañana. Somos llamados y exhortados a obedecer a los gobiernos establecidos, a rogar por todos los que ejercen autoridad, a pagar impuestos y a no deber nada a nadie, a ser "irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin tacha, en medio de una generación depravada y perversa, en la cual ustedes resplandecen como luminares en el mundo, aferrados a la palabra de vida" Fil. 2:15-16. Charles Mackintosh