“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo", Lucas 9:23.
Negarse a sí mismo es esencial para vivir en Cristo. Para experimentar la vida de Cristo resucitado tenemos que participar en su muerte. "Porque ustedes han muerto, y su vida está escondida con Cristo en Dios” Col. 3:3. Para nacer de nuevo, la vieja vida tiene que morir, y para andar en vida nueva hay que vivir negándose a sí mismo diariamente con el poder del Espíritu Santo: "Si viven conforme a la carne, habrán de morir. Pero si por el Espíritu hacen morir las obras de la carne (del cuerpo), vivirán" Rom 8:13
Los que gozan de una mejor salud son los que controlan su apetito y no los que comen sin control. Los más libres son los que dominan sus pasiones, no los libertinos: Porque los tales son esclavos, no de Cristo, sino de sus propios deseos. Rom.16:18 Los más prósperos materialmente no son los poseen muchos bienes y compran compulsivamente, son los que se niegan a sí mismos. El mundo piensa que los más felices son los que gratifican la carne y siguen el placer y la vanidad, los más felices son los que se niegan a los placeres pecaminosos de esta vida. Los placeres del pecado son temporales, mientras que las bendiciones de la abnegación por causa de Cristo permanecen y marcan el camino que termina en la gloria eterna.
La abnegación es difícil, pero es una gran lección. Quién no ha aprendido la lección de la Cruz, no ha aprendido su ABC en el cristianismo. Esta es la primera lección que Cristo enseña a cualquier alma. De la misma manera que nadie puede ser una persona instruida a menos que aprenda su ABC, así el cristiano no podrá convertirse en una persona instruida de la escuela de Cristo, a menos que aprenda la lección de la abnegación. ¡Oh, la abnegación! Es aquello que trae contentamiento, humilla y ablanda el corazón del hombre. No temas seguir los pasos de Cristo. Algún día Dios te recompensará, ¡y verás que negarse a tí mismo es en realidad cambiar la tierra por el cielo!
Nadie es tan feliz como el que se niega a sí mismo. Jesús se negó a sí mismo; Puso Sus mejillas a los golpeadores; fue como un cordero al matadero; no gritó ni alzó su voz en las calles. ¡Oh, se negó a sí mismo por encima de todo, y estaba dispuesto a vaciarse! ¡Vio el fruto de la aflicción de su alma y quedó satisfecho! Cuanto más aprendamos a negarnos a nosotros mismos como lo hizo Cristo, más felices seremos. -Jeremiah Borroughs
Si el egoísmo, y el amor propio prevalecen en el corazón, solo se alegrará de las cosas que se adaptan a sus propios fines. Pero el que se niega a sí mismo y a sus propios caminos, se regocija, acepta la voluntad de Dios. Rom.12:2 Negarse a sí mismo no termina en sufrimiento y derrota. Más bien, es la liberación del señorío de nuestro ego para vivir en Cristo y tenerle viviendo en nosotros: "Los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos, Gál 5:24. Al dejar los goces pasajeros de la vida pecaminosa recibimos el gozo del SEÑOR y finalmente obtendremos las realidades eternas del mismo cielo: "En tu presencia hay plenitud de gozo, deleites a tu diestra para siempre" Sal. 16:11. +