"Enséñame tus estatutos(Tu Palabra)", Salmo 119:94
La palabra de Dios está llena de Cristo. Él es el Sol de este sistema divino, la Fuente de su luz y belleza. Cada doctrina deriva su sustancia de Su persona, cada precepto su fuerza de Su obra, cada promesa su dulzura de Su amor. La Palabra se lee, escudriña y examina con una mente muy poco atenta a aumentar su riqueza mediante un mayor conocimiento de Su persona, Su carácter y Su obra. Y así es como rebajamos el carácter de la Biblia. Podemos leerla como un mero registro no inspirado, podemos estudiarla como un libro de literatura humana. Su antigüedad puede interesarnos, su historia puede informarnos, su filosofía puede instruirnos, su poesía puede encantarnos. Y así, mientras rozamos la superficie de este Libro de libros, el glorioso Cristo, que es su sustancia, su tema, su dulzura, su valor excepto para quienes no ha existido la Biblia― ha sido profunda y oscuramente velado a los ojos.
Pero el oficio del bendito y eterno Espíritu es tanto desplegar como glorificar a Jesús en la Palabra. Todo lo que aprendemos espiritual y salvíficamente de Él, a través de este medio revelado, es por la única enseñanza del Espíritu Santo, exponiendo esta palabra a la mente. Él muestra cómo todas las líneas luminosas de la verdad de las Escrituras emanan de Cristo, regresan a Él y se centran en Él; cómo todas las doctrinas exponen la gloria de Su persona; cómo todas las promesas están escritas con la sangre de Su corazón; y cómo todos los preceptos están encarnados en Su vida.
Lee las Escrituras con el único deseo y fin de aprender más de Cristo, y con oración ferviente por la enseñanza del Espíritu, de modo que Cristo sea desplegado en la Palabra. Con este sencillo método perseverante, no dejarás de comprender la mente del Espíritu Santo, en porciones que anteriormente pueden haber sido oscuras. No te limites a reglas fijas o a ayudas humanas. Con un objetivo único, específico de examinación y con una oración ferviente por la enseñanza del Espíritu Santo, no tienen necesidad de que nadie les enseñe, 1 Jn. 2:27. Más bien, cotejando Escritura con Escritura, "acomodando lo espiritual a lo espiritual" 1 Co. 2:13, puedes entrar sin temor en la examinación de los más grandes misterios contenidos en la Biblia, con la seguridad de que el Salvador, cuyas glorias y riquezas buscas, se revelará a tus ojos "lleno de gracia y de verdad" Jn. 1:14.
¡Preciosa Biblia! ¡Tan llena del Jesús precioso! ¡Cómo desaparecen todas sus nubes y tinieblas por la luz y belleza, el Sol de justicia, Cristo, se eleva en la gloria del mediodía sobre sus páginas! Estúdiala, con el fin de ver y conocer más a tu Redentor, en comparación con lo cual nada más vale la pena conocer o dar a conocer. Ama tu Biblia, porque da testimonio de Jesús Jn. 5:39, porque despliega un gran Salvador, un Redentor todopoderoso; porque revela la gloria del Dios que perdona el pecado, en la persona de Jesucristo. Trata de desentrañar a Jesús en los tipos, de captarlo en medio de las sombras, de rastrearlo a través de las predicciones del profeta, los registros del evangelista y las cartas de los apóstoles. Todos hablan de Jesús y todos conducen a Él. - Ocatavius Winslow