"Al principio de tus súplicas se dio la orden...." Daniel 9:23
En la providencia de Dios no siempre se atienden las respuestas a nuestras oraciones en el mismo momento, y eso es así por estos motivos: En primer lugar, porque el momento en que deseamos la respuesta, no es el adecuado para recibirla. El momento adecuado para recibir misericordia es una gran circunstancia que se añade al valor de la misma. Dios no juzga del mismo modo en que lo hacemos nosotros. Todos nosotros tenemos prisa, y queremos las cosas en el momento. "Porque el SEÑOR es Dios justo; bienaventurados todos los que confían en Él". Isa. 30:18
En segundo lugar, las circunstancias que nos afligen pueden no haber cumplido con el trabajo sobre nuestro corazón para el que fueron enviadas. Somos muy impacientes e intensos a la hora de cambiarlas, pero hasta que no cumplan con su propósito, hemos de seguir recibiendo disciplina. En tercer lugar, cuanto más oración y examen de nuestros corazones haya entre nuestras carencias y la provisión, y entre nuestras aflicciones y la liberación de estas, más dulces serán nuestras liberaciones y la provisión cuando llegue. Esto recompensa la tardanza, y paga todo el gasto que ha hecho nuestra paciencia.
Aunque existan poderosas razones para detener o retrasar las providencias que nos refrescan y nos consuelan, con frecuencia no podemos soportarlo. Nuestros brazos cuelgan y desfallecemos: "Cansado estoy de llamar; mi garganta se ha enronquecido; Han desfallecido mis ojos esperando a mi Dios. Sal. 69:3. Pero juzgamos por el sentimiento y la apariencia, sin considerar que el corazón de Dios puede estar inclinándose hacia nosotros ¡aunque su mano de providencia parezca estar en contra nuestra! Si las cosas continúan moviéndose lentamente para nosotros, pensamos que nuestras oraciones se están perdiendo, y que nuestra esperanza del SEÑOR ha muerto. Lo que es más, cuando las cosas empeoran y los problemas aumentan, como con frecuencia sucede nada más comenzar el día (el cual viene para cambiar nuestra condición), concluimos que Dios está enfadado con nuestras oraciones.
Notemos la respuesta de Gedeón: " Si el SEÑOR está con nosotros, ¿cómo es que nos ha sobrevenido todo este mal? ¿Dónde están las maravillas que nuestros padres nos contaron, cuando nos decían que el Señor los había sacado de Egipto? ¡Pero ahora resulta que el SEÑOR nos ha desamparado, y que nos ha entregado en manos de los madianitas! Jueces 6:13. Incluso también en esto tambaleó la fe de Moisés: SEÑOR, ¿por qué afliges a este pueblo? ¿Para qué me enviaste? Desde que vine a hablar con el faraón en tu nombre, él ha maltratado aún más a tu pueblo, y tú no lo has librado; Éx. 5:22-23. ¡Oh, qué celos y sospechas infundadas tienen en momentos como estos los corazones de sus propios hijos! ¿Nos abandonará el SEÑOR para siempre? ¿Acaso no volverá a tratarnos con bondad?.... ¿habrá puesto fin para siempre a su promesa? Sal.77:7-9. Esto es un gran mal. -John Flavel
Creyente que has sido probado, tu SEÑOR tiene una copa en la cual guarda las lágrimas de tu dolor, y un libro en donde tus gemidos quedan recogidos. Tu oraciones no son en vano; Dios las tiene bien guardadas, cada oración ha quedado registrada en la corte celestial. Pronto tu súplica prevalecerá. Espera un poco. El tiempo del SEÑOR es mejor que el tuyo. Él aparecerá pronto para gozo de tu alma, te quitará el cilicio y la ceniza de tu larga espera, y te vestirá con el lino escarlata y fino del deleite pleno. -C.Spurgeon