"Pero por obra Suya están ustedes en Cristo Jesús, el cual se hizo para nosotros sabiduría de Dios, y justificación, santificación y redención". 1 Corintios 1:30
El SEÑOR Jesucristo, con todos sus preciosos beneficios, se hace nuestro por su aplicación especial y efectiva. Cuando la eficacia de la muerte y resurrección de Cristo se aplican de forma efectiva al corazón de cualquier hombre, no puede hacer otra cosa que volverse de sus pecados a Dios. Se convierte en una nueva criatura, que vive y actúa con nuevas reglas y principios. De manera natural no tiene sabiduría, justicia, santificación y redención. Estas cosas le vienen del exterior, de Cristo, que es hecho todas estas cosas para el pecador.
No hay criatura que venga al mundo en una debilidad más natural que el hombre. Todas nuestras excelencias son prestadas 1 Cor. 4:7. Sería un orgullo y vanidad intolerable que alguien vistiese la rica y costosa túnica de la justicia de Cristo para desfilar con orgullo por el mundo como si él mismo la hubiera tejido. No hay ni un solo hilo de esa túnica que hayamos hilado, todo fue hecho por gracia gratuita. ¡Oh hombre, todas tus excelencias son prestadas de Cristo!
Los santos tienen cuidado cuando ven principios de gracia en ellos, o en sus mejores logros, y se desacreditan a sí mismos, dando crédito solo a la gracia libre como autora de todo. Así, el santo Pablo, al ver operando en sí mismo los principios de la vida divina, negó tener en él ni la menor parte de la alabanza y la gloria: Ya no vivo yo, más Cristo vive en mí Gál. 2:20.
Cuando Pablo, en una justa y necesaria defensa, se vio constreñido a mencionar los deberes que había realizado para Dios (¿Y qué simple hombre hizo para Dios más que Pablo?), añade con cuidado: "He trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo" 1 Cor. 15:10. Bien, entonces, deja que el sentimiento de tu propio vacío te lleve aún más a Cristo, de quien lo has recibido todo. -John Flavel