Mantenerse despiertos es espiritual, el entendimiento, la emoción, la voluntad, deben estar atentos a la verdad y las promesas de Dios. Despiertos a las necesidades nuestras y de los demás, por medio de la oración, que debe ser habitual y persistente, no es un ejercicio ocasional del alma, provocado por emergencias especiales, sino una necesidad diaria. La oración es la expresión y el índice del apetito vital del alma. "Tarde y mañana, y al mediodía, oraré y clamaré, y él oirá mi voz "Sal. 55:17; "para que nuestras peticiones se den a conocer a Dios en todas las cosas" Fil. 4:6. Ningún deber puede ser cumplido correctamente, a menos que perseveremos en la oración ferviente, y nos mantengamos despiertos en ella con acción de gracias.
Oren sin cesar" 1 Tes.5:17. Esto no quiere decir que solo hagamos eso, implica que al estar unidos a la vid verdadera, Cristo, estamos conectados a Él, su vida fluye en nosotros sin ningún esfuerzo, de manera natural, así como las plantas se alimentan de la savia que fluye desde la raíz, así nuestra vida espiritual es sostenida por ÉL, nuestros pensamientos permanecen en Él, por el Espíritu Santo aunque estemos en otras actividades de la vida diaria. De esta manera mantenemos la vida oculta y la comunión del alma en Dios, así como la sangre se vivifica y limpia por la oxigenación incesante de los pulmones al respirar.
“Perseveren en oración”. Col. 4:2. Es interesante notar cuántos pasajes en las Sagradas Escrituras se ocupan de la oración, suministrando ejemplos, inculcando preceptos y haciendo promesas. “Entonces los hombres empezaron a invocar el nombre del SEÑOR”. Gén. 4:26 Hallamos a Jacob que lucha, a Daniel que ora tres veces por día, y a David que clama a Dios con todo su corazón. En el monte vemos a Elías, en el calabozo hallamos a Pablo y a Silas. Tenemos mandamientos y muchas promesas sobre la oración. Esto nos enseña la sagrada importancia y la necesidad de la oración. Estemos seguros de que cualquier cosa que Dios ha destacado en su Palabra, su deseo es que ocupe un lugar importante en nuestras vidas. Si ha hablado mucho de la oración, es porque sabe que tenemos necesidad de ella.
Tan grandes son nuestras necesidades que hasta que estemos en el cielo no debemos cesar de orar. ¿No necesitas nada? Entonces temo que no conoces tu pobreza. Que la misericordia de Dios te muestre tu miseria. Un alma sin oración es un alma sin Cristo. La oración es el balbuceo del niño en la fe, el clamor del creyente que lucha y la música del santo que agoniza y duerme en Jesús. La oración es la respiración, la consigna, el consuelo, la fortaleza y el honor del cristiano. Si eres hijo de Dios, buscarás el rostro de tu Padre y vivirás en su amor. Pide a Dios que te conceda cada día ser humilde, celoso y paciente. Ten una comunión más íntima con Cristo y entra más frecuentemente en el banquete de su amor. Pídele que te haga un ejemplo y una bendición a otros, y que te ayude a vivir más para la gloria del Maestro. El propósito de cada día debe ser: “Perseverad en oración”. -C.Spurgeon