David previamente había levantado sus ojos a los montes, y ahora los levanta al mismo SEÑOR. No solo los ojos físicos, siendo este un gesto de oración; Mat. 14:19; Pero los ojos de su mente y entendimiento, abiertos por el Espíritu de Dios; Particularmente el ojo de la fe, por el cual buscó y esperaba ayuda y salvación del SEÑOR.- John Gill Los ojos del hombre estarán hacia el Señor, Zac. 9:1. De ahí esos muchos llamamientos del SEÑOR a Su pueblo para que siempre lo estén mirando. ¡Mírame! ¡mirame! dice Jesús. ¡Mírame y sé salvo! Isa. 45:22 ¡He aquí el Cordero de Dios! Jn 1:29.
Hay muchos testimonios que resultan del acto de levantar los ojos a los cielos. 1- Es el testimonio de un corazón creyente, humilde. La infidelidad nunca llevará a un hombre por encima de la tierra. El orgullo tampoco puede hacer subir a un hombre más arriba de la tierra. 2- Es el testimonio de un corazón obediente. Un hombre que levanta sus ojos a Dios, reconoce esto: SEÑOR, yo soy tu siervo. 3- Es el testimonio de un corazón agradecido; reconocer que toda buena dádiva, todo don perfecto, procede de la mano de Dios. 4- Es el testimonio de un corazón celestial. El que levanta sus ojos al cielo reconoce que está cansado de la tierra; su corazón no está aquí; su esperanza y su deseo están arriba. 5- Es el testimonio de un corazón devoto; no hay parte del cuerpo, aparte de la lengua, que sea mayor que el ojo, como agente en la oración. -Richard Holdsworth
Los creyentes para guardarnos de adoptar los puntos de vista del mundo, hemos de levantar nuestros ojos a Dios. Esto es más que simplemente echar un vistazo. Indica una contemplación perseverante, reflexiva, en adoración, llena de anhelo y deseo. El salmista centra su atención y los anhelos de su corazón en Dios en oración. Se hace semejante a un esclavo doméstico, entrenado para responder a cada indicación de la voluntad de su amo. En resumen, el salmista vence todas las distracciones y convierte en la principal ocupación de su vida el conocer a Dios experimentalmente y servir a Dios obedientemente. Enséñame a mantener tu mente durante el día siempre. Ayúdame a contemplarte larga y amorosamente en oración. Amén.– Tim Keller