OCTUBRE 5


Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados. Hebreos 2:18

La empatía de Cristo con los tentados está basada en la experiencia. El apóstol expresa esta característica de la experiencia personal de Cristo a la hora de empatizar con los tentados de manera impactante: “Él mismo padeció siendo tentado”. Él puede socorrer a los que son tentados. Además, vuelve a decir en Hebreos 5:2: “para que se muestre paciente con los ignorantes y extraviados, puesto que él también está rodeado de debilidad”.

Este punto de vista sobre la compasión de Cristo es muy conmovedor y reconfortante. La empatía que nos ofrece en la debilidad, en la tristeza o en la tentación no es teórica o algo que pueda ver como en visiones. Es el sentimiento de un compañero, la empatía de alguien que aprendió en la misma escuela del sufrimiento, que pasó por el mismo horno de aflicción, que soportó las mismas ardientes tentaciones, tentado en todo como nosotros, pero sin pecado. En tu dolor puedes mirar al varón de dolores, en el quebranto, puedes mirar hacia el experimentado en quebranto. En las tentaciones de Satanás, del mundo, de los seres humanos, puedes mirar a aquel que luchó contra el diablo, que fue despreciado, rechazado y crucificado por el mundo y que “no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues él sabía lo que había en el hombre”.

Acude por tanto a Jesús. Simplemente dile lo que temes, lo que sufres, lo que eres. La debilidad que te oprime a ti, lo rodeó a Él. Los dardos ardientes que te hieren, también fueron lanzados contra Él. La dolorosa cruz que llevas, también lo hizo inclinarse hasta el polvo. La copa amarga que tú bebes, una vez estuvo puesta en sus labios.-Octavius Winslow