
Estas cosas habló Jesús, y alzando los ojos al cielo(oró). Juan 17:1
Cristo está en el cielo, como Aarón con su placa de oro en la frente y su precioso incienso, y ora por todos los creyentes, como lo hizo por los apóstoles. «No ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí» Juan 17:20. Cuando un cristiano es débil y apenas puede orar por sí mismo, Jesucristo ora por él; y ora por tres cosas.
Primero, que los santos sean guardados del pecado Juan 17:15. «Te ruego que los guardes del mal». Vivimos en el mundo como en una casa de peste; Cristo ora para que Sus santos no se infecten con el mal contagioso de los tiempos. Él los guarda, no por coacción forzosa, sino por persuasión espiritual, ayudándoles a comprender la unidad del amor, la vida y el poder que subsiste entre el Padre y el Hijo, de tal manera que desean fervientemente y trabajan en pos de esa unidad entre ellos; en esta demostración de que siguen a Dios como hijos amados.
En segundo lugar, por el progreso de Su pueblo en la santidad. «Santifícalos» Juan 17:17; que tengan constantes suministros del Espíritu, y sean ungidos con aceite fresco.asegurar su devoción por Dios, para que pudieran ser redimidos del pecado y ser hechos partícipes de la naturaleza divina, fue el propósito mismo por el cual vino al mundo;
Tercero, para su glorificación: «Padre, aquellos me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos que me estén conmigo» Juan 17:24. Cristo no se contenta hasta que los santos están en sus brazos. Una unión similar subsiste entre Cristo y su pueblo. Nuestro Señor los representa como sarmientos de la vid viva Juan 15:1
Esta oración, que hizo en la tierra, es la copia y el modelo de Su oración en el cielo. ¡Qué consuelo es este: cuando Satanás te está tentando, Cristo está orando! Esto obra para bien. La oración de Cristo quita los pecados de nuestras oraciones. Como un niño que presenta a su padre un ramillete, va al jardín y allí recoge algunas flores, y algunas malas hierbas juntas; pero viniendo a su madre, ella escoge las malas hierbas y ata las flores, y así es presentado al padre. Así también: cuando hemos elevado nuestras oraciones, Cristo viene, y arranca la cizaña, el pecado de nuestra oración, y no presenta a Su Padre más que flores, que son de dulce olor.- Thomas Watson