"¡Miren mis manos y mis pies! ¡Soy yo!" Lucas 24:39
Hay cuatro razones por las que el SEÑOR resucitado, enseña a los apóstoles sus manos y sus pies. Primero para dar pruebas de que, verdaderamente, había resucitado y así quitar de nosotros toda duda. Segundo para que la Iglesia o el alma fiel, ponga y esconda su corazón en Sus llagas, esto es, "en las grietas de la Roca" Cant. 2:14, y encuentre en ellas protección contra el enemigo que la acecha. Tercero para dejar impresas en nuestros corazones, como unas insignias, las marcas de la Pasión. Cuarto como señales de victoria, pruebas de Su triunfo sobre el pecado y la muerte por su Resurrección, y para prevenirnos que no le traspasemos de nuevo con los clavos de nuestros pecados.
¡Qué bendito estímulo es para mí que estando muerto en mis delitos y pecados, cuento con las oraciones de Aquel que vive eternamente para interceder por nosotros los que nos acercamos a Dios por medio de Él; cuyas manos y pies fueron traspasados suplican por mí, ¡cuando yo no tengo poder para suplicar por mí mismo! Dice Juan: "Tenemos, un Abogado ante el Padre y Él mismo es el sacrificio ofrecido por nuestros pecados y por los de todo el mundo" 1 Juan 2:1.
Las Manos y Pies de Jesús heridos nos hablan del servicio, la misericordia y su amor sacrificial. Sus manos y pies sirven al necesitado, bendicen a los niños, sanan a los enfermos, multiplican los panes, restauran, dan vida. ¡Oh, que vivamos día a día sostenidos por esas Manos y siguiendo sus pisadas, caigamos al fin como niños cansados en esos Brazos Eternos, que son suaves como el amor y más fuertes que la muerte!
Las heridas en las manos y pies de Jesús nos enseñan que el sufrimiento es absolutamente necesario. Jesús No fue glorificado hasta que fue crucificado. "Era necesario que padeciera" Hec.17:3. Así, en la medida en que nos muestra sus heridas, nos dice que nosotros también sufriremos, porque "es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios" He.14:22. Cuando Cristo fue crucificado, todos sus miembros(los creyentes) fueron crucificados juntamente con Él. Gál. 2:20 . "Si sufrimos, también reinaremos con Él" 2Tim.2:12. Si no hay cruz, no hay corona. Los verdaderos cristianos pueden sufrir reproches, criticas, pérdida reputación, pérdida de bienes, castigo corporal y algunos incluso la muerte, para los incrédulos son considerados un fracaso, pero su recompensa será el privilegio de reinar con Él en gloria por toda la eternidad.
ORACIÓN: SEÑOR y Dios mío, miro tus manos y pies atravesados por los clavos. Miro tus pies que no sólo no pisaron la senda del pecado, sino que caminaron siempre en tu ley; afirma mis pies en tus caminos, concédeme benignamente que tenga odio a todos los caminos de maldad. Dígnate, Dios de misericordia, apartar de mí el camino de la iniquidad, y haz que escoja solamente el camino de la verdad. Ante tus manos y pies, dolorosamente maltratados y ensangrentados, te pido que me perdones por todos los pecados que he cometido; por los malos pasos que he dado en toda mi vida. ¡Perdón, SEÑOR, perdón!
Por la bendita sangre que derramaste, te imploro que me concedas la gracia de caminar siempre en santidad, por el camino de tus mandamientos y no permitas que me aparte nunca de ellos, a fin de que pueda vivir y reinar eternamente con Cristo, tu Hijo, quien murió; más aun, que también resucitó, que además está a la diestra de Dios, que también intercede por nosotros. Rom.8:34 - Amén