
«Cualquiera que les dé un vaso de agua en mi nombre, por ser ustedes de Cristo, les aseguro que tendrá su recompensa.» Marcos 9:41
Jesús no se refiere aquí, a una hospitalidad general, sino a la que se extiende hacia sus discípulos. Parece realmente asombroso que Dios tome nota de algo tan pequeño como darle un vaso de agua a un cristiano sediento, y no solo se refiere a calmar la sed física, esto es ayudarlo en la necesidad material, sino también espiritual; «Quien los recibe a ustedes a mí me recibe; y quien me recibe a mí recibe al que me envió» Mat.10:41. Llamamos egoísta a alguien que se niega a darle un vaso de agua a quien tiene sed; sin embargo, muchos de nosotros hacemos esto. Es el corazón el que tiene sed, y el «agua» que nos negamos a dar es la bondad humana. La bondad es la palabra que define estos pequeños actos.
La bondad es simplemente el amor que fluye en pequeñas muestras de ternura. Debemos vivir nuestras vidas de manera que sean bendiciones perpetuas dondequiera que vayamos. Todo lo que necesitamos para un ministerio así es un corazón lleno de amor por Cristo; porque si verdaderamente amamos a Cristo, también amaremos a nuestros semejantes; y el amor siempre encontrará formas de ayudar. Un corazón lleno de ternura no puede ser egoísta con sus bendiciones.
Esto demuestra lo querido que es para Él Su pueblo, ya que las cosas más pequeñas que se le hacen a uno de ellos, Él las acepta, las recuerda y las recompensa. La mención aquí de dar un vaso de agua sugiere que esta promesa es para actos pequeños y comunes, en lugar de grandes hechos ostentosos. Dios ha puesto Sus regalos de amor en nuestros corazones, no para mantenerlos encerrados e inútiles, sino para distribuirlos. -JR Miller
«Dar un vaso de agua». Por pobre y humilde que sea puedo hacerlo: y lo haré de buena gana. El SEÑOR se da cuenta de eso aunque parezca tan pequeño: lo advierte cuando es hecho al más pequeño de Sus seguidores. No es el costo, ni la destreza, ni la cantidad, lo que Él mira, sino el motivo: eso que hacemos a un discípulo de Cristo, es visto y recompensado por el SEÑOR. Él no nos recompensa por el mérito de lo que hacemos, sino de conformidad a las riquezas de Su gracia.
Doy un vaso de agua, y Él me da a beber del agua viva. Doy a uno de Sus discípulos, y Él me trata como a uno de ellos. Jesús encuentra un elogio a Su generosidad en aquello mismo que Su gracia me ha conducido a hacer, y dice: “les aseguro que tendrá su recompensa”. -C. Spurgeon